Izquierda colonial e izquierda nacional: una breve aproximación a sus ideas en el periodo desde la Revolución de junio del 43 al peronismo

Juan Manuel Sánchez

La intención de la siguiente publicación es enfocarnos en la postura que tuvo la izquierda argentina, tomando como referencia dos eventos significativos: la revolución del 4 de junio de 1943 y el surgimiento del peronismo. En este contexto, podemos identificar claramente dos corrientes dentro de la izquierda argentina: la izquierda colonial y, en contrapartida, la izquierda nacional.

Es fundamental mencionar que esta publicación no busca llevar a cabo un análisis exhaustivo de las ideas de la izquierda argentina, sino que tiene como objetivo presentar una perspectiva general sobre los modelos de nación que ambas corrientes promovían, ya que consideramos que es esencial comprender la visión de pais que cada una de ellas reflejaba.

La izquierda colonial, asociada a la oligarquía argentina, se caracterizaba por su postura antimilitarista y un enfoque despectivo hacia los trabajadores, especialmente los del sector rural. Además de estar influenciada por las ideologías de la izquierda europea. En contraste, existía una izquierda nacional que se dedicaba a observar y entender las realidades del país, luchando por los derechos de los trabajadores. Esta corriente consideraba que las Fuerzas Armadas no estaban alineadas con la oligarquía y promovía la idea de la hermandad latinoamericana, fundamentando su propuesta en las raíces de nuestros problemas en lugar de basarse en conceptos europeos.

En este momento es fundamental entender que, en un país que depende de los imperios, las ideas se fragmentan en dos corrientes: la colonial y la nacional. El pensamiento colonial se define por su apoyo y justificación del orden semi-colonia en el que vivimos, adoptando una visión eurocéntrica y proponiendo que nuestras dificultades se resuelvan mediante la imitación de conceptos y prácticas de épocas y lugares ajenos. Se despreciará al campesino y se descalificarán las ideas que Perón llevó a cabo en la nueva Argentina, tachándolas de nazismo. Por otro lado, el pensamiento nacional proporciona una visión crítica que analiza los asuntos desde el punto de vista de la nación y busca soluciones adecuadas, destacando a Perón y a la clase trabajadora como fundamentales para un futuro próspero y en desarrollo.

En el marco del pensamiento de la izquierda colonial, podemos situar esta perspectiva, teniendo en cuenta la expansión de los imperios en nuestras regiones. En este contexto, la función de argentina como el granero del mundo fue crucial para consolidar la nación. La izquierda cipaya estaba más conectada con la oligarquía nacional que con las clases trabajadoras. En las palabras preliminares Guerberof afirma que la izquierda fue “ajenos y hostiles a las grandes masas criollas a sus tradiciones más hondas, y consecuentemente combatieron sin tregua sus irrupciones en la política nacional con Yrigoyen y con Perón”[1]. En este sentido será interesante analizar a varios de los pensadores de la izquierda colonial tales como Juan Bautista Justo[2], Victorio Codovilla o Américo Ghioldi entre otros.

Desde el punto de vista de la izquierda colonial, el progreso de la Argentina y su integración en la economía global estaban basados en principios liberales. Esa política criolla[3], representada por el caudillismo, las montoneras federales, el yrigoyenismo y posteriormente reflejado en el peronismo, consideraba que el pasado debía ser eliminado para dar paso a una tradición liberal, democrática, moderna y progresista. Nuevamente se recurre al clivaje de democracia o fascismo y también es recurrido la vieja dicotomía sarmientina entre civilización y barbarie. No será novedad que tanto los gobiernos de Yrigoyen y de Perón sean catalogados como gobiernos autoritarios, a pesar de haber ganado las elecciones con amplia mayoría. De acuerdo con esta visión, no era de extrañar que Justo elogiara que “cada pueblo está obligado a explotar por sí mismo o abrir a la explotación de los otros las riquezas naturales del suelo que considera suyo, so pena de perder su dominio por la violencia”[4].

Bajo esta premisa, por ejemplo, si el país no explotara sus recursos naturales, estos deberían ser explotados por una potencia extranjera. En la misma línea de pensamiento, Spilimbergo continua con sus análisis de una declaración de Justo, en el diario La Vanguardia afirmando que “junto con la transformación económica del país (…) han llegado un millón y medio de europeos, que unidos al elemento de origen europeo ya existente, forman hoy la parte activa de la población, la que absorberá poco a poco al viejo elemento criollo, incapaz de marchar por si solo hacia un tipo social superior”[5]. Siguiendo el pensamiento de Justo, uno de los principales teóricos del socialismo dirá que “los gauchos constituían una clase bárbara y débil, el paisaje tenía que sucumbir”[6], en otras palabras, viendo al gaucho, al criollaje como la barbarie que deberían eliminar para inicio de la nueva civilización, civilizada, de signos europeos.

Justo también mostrara su faceta anti industrialista, oponiéndose a un torrente de ideas industrialistas que se gestaba desde las Fuerzas Armadas bajo la influencia de Vicat, Mosconi, Storni o Crespo, entre otros. Existen numerosos ejemplos de la mirada anti industrialista de Justo como, por ejemplo, cuando en 1920 decía que la Argentina no debía exportar harina sino el grano del trigo. Dirá que “no hay, pues ningún motivo económico ni político para empañarse en garantizar ganancias extras a los señores molineros de nuestro país, en perjuicio evidente de los consumidores de pan y de los obreros molineros de los otros países, y de los agricultores argentinos, clase productora incuestionablemente más digna de consideración. Los agricultores no piden, por otra parte, que se les den ventajas de ninguna clase: producen sus cereales y piden que se les deje exportarlos, y esto es de conveniencia económica mundial”[7].

Bajo esta perspectiva, se reafirma las ideas imperialistas de la división internacional del trabajo, donde se pretende sucumbir a la nación a seguir siendo una semi-colonia. Por otro lado, uno de los grandes intelectuales de la izquierda nacional, como lo fue Hernández Arregui, argumentara que el Partido Comunista “se declaró partidario del librecambismo al servicio del interés inglés y se opuso al proteccionismo como la peor forma del nacionalismo (…). Durante toda su vida (…) defendió la introducción de productos manufacturados europeos (…). Llamaba indiadas a las masas del interior que puso en circulación el termino política criolla”[8]. Otro de los grandes intelectuales, como lo fue Jauretche, dirá, “Justo fue liberal en economía, oponiéndose a la protección para mantener el bajo costo de las importaciones e impedir el desarrollo de una burguesía nacional condición indispensable de la existencia de trabajadores industriales”[9].

Otro de los grandes pensadores del socialismo será Enrique Dickmann, quien, continuando la postura defendida por Justo, afirmo que “es necesario destruir la tendencia estrechamente conservadora de que debemos bastaros a nosotros mismos. No comprendo cómo se puede ser internacionalista y decir que cada país debe bastarse a sí mismo”[10]. Esta visión anti industrialista como dijimos anteriormente va en contraposición de la visión de industrialista de los intelectuales de las Fuerzas Armadas. Una clara contraposición quedara reflejada en la conferencia pronunciada por el Coronel Vicat, llamada “Defensa Nacional Industrial: Bastarnos a nosotros mismos”[11].

En este sentido el Partido Socialista se posicionará como un firme opositor de Yrigoyen, a quien lo tildaban que gobernaba bajo la línea de la política criolla. Quien revelara esta postura antiyrigoyenista será Joaquín Coca, diputado por el Partido Socialista, quien, en 1931, publicara su libro titulado “el contubernio. Memorias de un diputado obrero”, donde se mostraba muy crítico a la política implementada por su partido. En su libro Coca afirma que el “Partido Socialista, la corriente favorable a la aceptación del antiyrigoyenismo conservador para aprovechar los votos conservadores de la capital; corriente encabezada por los hoy socialistas independientes, entre los que contaban entonces, y cuentan ahora, niños de familias del más racio y militante conservadorismo”[12].

Otro de los grandes pensadores de la izquierda colonial será Victorio Codovilla[13], máximo dirigente del Partido Comunista y un férreo antiperonista. Esta posición fuertemente marcada fue adoptada muy tempranamente a partir de las primeras apariciones del Coronel Perón, quien ganaba desde la Secretaria de Trabajo y Previsión un poder inigualable, entendiendo la lógica y los reclamos de los trabajadores. Es en este sentido, se sumó a la Unión Democrática, donde coincidía y compartía filas con la Unión Cívica Radical, liderada por Tamborini, el Partido Socialista representado por Repetto, el Partido Demócrata Progresista liderado por Molinas, y por último el Partido Comunista, de la mano de Codovilla. Una pluralidad de corrientes ideológicas para luchar contra lo que él denominaba “nazi-peronismo”. En este sentido Codovilla percibió que, en las elecciones para enfrentar a Perón, la clase trabajadora seguía a un Coronel y no al partido que en palabras decía representarlo pero que en los hechos nunca lo represento. Para denigrar al peronismo Codovilla se pregunta en que fuerzas se apoya el nazi-peronismo y concluye que “Perón cuenta con los siguientes puntos de apoyo: 1-los puestos decisivos que retiene en el Gobierno y en el aparato estatal (…); 2-algunos mandos del ejército (…); 3-grupos armados de tipo fascista (…); 4-los sectores menos politizados de la clase obrera de la ciudad y del campo y de los empleados públicos (…); 5-los elementos más reaccionarios de la oligarquía latifundista (…), profascista (…); 7-varias empresas imperialistas”[14].

Resulta fascinante analizar detenidamente varios de los puntos en discusión. En primer lugar, es cierto que Perón conservaba el control de algunas posiciones claves en la política nacional. Pero este Coronel, desde la Secretaria de Trabajo y Previsión promociono efectivamente los derechos de los trabajadores; llevo adelante el sistema jubilatorio; el estatuto del peón rural; aumentos salariales; la resolución de conflictos laborales en donde el Estado era garante y estaba por primera vez, del lado del obrero; la implementación del aguinaldo; las vacaciones pagas; etc. Es en este sentido que tanto comunistas como socialistas tratan de demagogo al peronismo, porque pelea por los derechos de los trabajadores que en toda su historia fueron olvidados.

Además, Perón, contaba con el apoyo de los Coroneles que gestaron la revolución del 4 de junio de 1943, en contra de los gobiernos fraudulentos de la Década Infame, la cual llego a su fin con dicha revolución. Otro de los puntos interesantes está relacionado con los sectores menos politizados de la sociedad y en particular los trabajadores rurales. Un dirigente histórico como lo fue Rodolfo Ghioldi (uno de los máximos oradores del comunismo), sostenía que el estatuto del peón era demagogia pura y barata, que no beneficia absolutamente a nadie y según su visión “los campos están desprovistos de trabajadores asalariados o semi asalariados, la producción pasa por oligarcas que arriendan su tierra a pequeños chacareros”[15]. Tampoco no será novedad que desde estas fuerzas se lo trate de cabecitas negras, gente inculta, el aluvión zoológico o desde los diarios[16] de la izquierda cipaya se los denigre. En este punto que remarca Codovilla, ninguno tiene una veracidad absoluta. Lo único que queda clara es que Perón atendió y entendió que la Nación se forma desde las bases y conociendo al pueblo pudo ganarse a los más desprotegidos que nunca tuvieron voz. Y no será ninguna novedad, que siendo subteniente es enviado al Paraná profundo y visualiza la realidad del interior del país, las penurias que atravesaba nuestro pueblo. En Paraná reflexionará “allí vi por primera vez, y a conciencia, las miserias fisiológicas y sociales. En un país con cincuenta millones de vacas, el treinta por ciento de los conscriptos eran rechazados del servicio por debilidad constitucional, y los que se incorporaban venían semidesnudos”[17].Este mismo análisis lo realizará años después en la Cátedra de Defensa Nacional, dictada en la Universidad de La Plata esbozando que “un elevado porcentaje de ciudadanos (…), deben ser rechazados por no reunir las condiciones físicas indispensables, la mayoría de los casos originados en la niñez falta de abrigo y alimentación suficiente”[18].

No será menor también desmentir que Perón durante la elección de 1946, desde la Unión Democrática se lo acuse de nazi-fascista, ergo, antisemita. Durante la década peronista, se registraron menos incidentes antisemitas que en cualquier periodo de todo el siglo XX. Esta afirmación la dirá uno de los máximos investigadores del tema que es Raanan Rein, quien afirma que “para Perón, las relaciones con Israel y la comunidad judía local servía de credencial democrática a nivel internacional en el mundo de posguerra”[19]. No obstante, desde la izquierda colonial, otro de sus exponentes como Fernando Nadra dirá “mientras en el mundo el nazifascismo firmaba su rendición incondicional, (…) en la Argentina tenía lugar aún un episodio de la lucha antifascista (…). Se llegó a constituir el movimiento o alianza democrática antifascista, llamado Unión Democrática (…). La Unión Democrática, la (…) constituían el sector más avanzado y lucido de la clase obrera y del pueblo en general”[20].

Otro de los grandes referentes de la izquierda colonial será Américo Ghioldi, un férreo opositor del peronismo y de los trabajadores. Es interesante como se refiere a Eva Perón, “corta de inteligencia, deficiente cultura y sensibilidad femenina, ignorante de las relaciones morales y civiles de los hombres, sin autocritica, sin carga de escrúpulos de conciencia, Eva Perón ingresa a la historia como una leyenda plantada en mentidero argentino”[21]. Siguiendo con su discurso, Ghioldi contantemente tiene la idea que la Argentina durante el peronismo es una nación fascista. dirá que “el fascismo no es un fenómeno italiano (…). Puede ser producido maquiavélicamente en muchas partes de la tierra, más fácilmente en las de baja cultura”[22]

Por último, cabe mencionar que la izquierda colonial fomentaba que Perón estaba aliado a las empresas imperialistas, cuando desde la Unión Democrática tenía el impulso del embajador estadounidense Spruille Braden, quien desempeño un papel relevante en la Guerra del Chaco entre las repúblicas hermanas de Bolivia y Paraguay, preservando los intereses de la Standard Oil Company sobre los de los intereses de a Royal Dutch Shell. Es en este sentido que tanto el Partido Comunista como el Partido Socialista de primera época fueron ajenos y hostiles a las grandes masas, a la unidad Latinoamérica y a las grandes causas nacionales que surgen tanto en el Yrigoyenismo como en el Peronismo. Estarán en contra la industrialización nacional que surja de las Fuerzas Armada y se quedarán con la visión de ser el granero del mundo. A toda verdad reflejada por la izquierda colonial se le contrarrestará con la verdad de la izquierda nacional, que tendrá dentro de sus filas intelectuales tales como Manuel Ugarte, Norberto Galasso, Juan Jose Hernández Arregui, Jorge Abelardo Ramos, entre otros.

La izquierda nacional

Por otro lado, aparecerá la izquierda nacional, que plantea un socialismo desde adentro, que entienda los problemas que nos aquejan, enraizado en la realidad nacional y latinoamericana. Uno de los precursores del socialismo criollo sin dudas fue Manuel Ugarte[23], quien, por contradecir las ideas de su partido, y fundamentalmente de Juan B. Justo, será “expulsado del Partido Socialista en 1913, con argumentos ridículos, pero es expulsado”[24]. Estas diferencias con Justo se centraban en la mirada que tenía el partido con respecto al imperialismo, las diferencia sobre la valorización de las Fuerzas Armadas, ya que para Ugarte el ejército era fundamental para la defensa de la soberanía nacional; su inclinación antirreligiosa y la defensa férrea de la industria nacional.

En esta polémica con el Partico Socialista, Ugarte sostendrá que “un país que solo exporta materias primas y recibe del extranjero los productos manufacturados, será siempre un país que se halla en una etapa intermedia de su evolución. Y esa etapa conviene sobrepasarla lo más pronto posible (…) con (…) un sano nacionalismo inteligente”[25]. La idea siempre fue ampliamente respaldada por parte de las Fuerzas Armadas, denominados militares intelectuales o industrialistas donde podemos por ejemplo mencionar a Crespo, Perón, Vicat, Mosconi, Savio entre otros. Ellos abogaban sus ideas desde un nacionalismo inteligente que promoviera la industrialización del país, con el objetivo de no depender de una potencia extranjera y estar a su merced, sino que bastarnos a nosotros mismos, partiendo desde la visión de la defensa nacional. Siguiendo con este pensamiento Ugarte reflexionara que los pueblos que “solo exportan materias primas son, en realidad, pueblos coloniales”[26].

Sin dudas Ugarte será un férreo defensor de la industria nacional y del proteccionismo, contradiciendo el pensamiento del de su partido. Dirá que “el proteccionismo existe entre nosotros para la industria extranjera y prohibicionismo, para la industria nacional. Si queremos favorecer, no solo los intereses de los habitantes de nuestro territorio, sino las exigencias superiores de la patria; si deseamos trabajar para el presente y para el porvenir, tendremos que prestar atención a lo que descuidamos ahora. Se abre en el umbral del siglo un dilema: la Argentina será industrial o no cumplirá sus destinos”[27]. Es por ello por lo que Ugarte fue uno de los grandes impulsores del industrialismo, de la defensa de los recursos naturales y un promotor del nacionalismo económico.

Otros de los hombres fuertes de la Izquierda Nacional será Juan Jose Real[28], quien después de un breve periodo en el Partito Socialista pasa a ser uno de los hombres fuertes del Partido Comunista Argentino. Dentro de las filas del Partido Comunista Argentino, expresará críticas hacia la dirección que el partido estaba tomando durante el Xº congreso al plantear “¿Dónde están los auténticos proletariados en nuestro país? Están en el transporte, en la metalúrgica, en la industria textil, en la alimentación, en la construcción y en los grandes centros agrícolas. Ahora bien, ¿Cuál es la situación del Partido en esas industrias principales de nuestro país? En transporte –ferroviarios y tranviarios particularmente- hemos tenido éxito apreciables de organización (…). En cambio, se ha crecido muy poco en los Talleres y casi nada en Rosario (…). ¿A qué se debe esto? A que nuestros camaradas han hablado mucho de la necesidad de organizar a los obreros (…), pero en la práctica, han concentrado su actividad en las pequeñas”[29]. En otras palabras, lo que plantea Real, en un país que era netamente agroexportador para esa época, al Partido Comunista Argentino le interesaba muy poco los peones de campo, y quedo reflejado en el capítulo anterior cuando desde la prensa eran denigrados. Posteriormente Real, cuando ocurra la Revolución Libertadora analizara que “inmovilizado el Ejercito, la Gendarmería, la Policía, ¿Por qué Perón no armo a los obreros, como se dice que lo exigió la C.G.T? (…). La historia será favorable Perón, que ahorro en aquel momento un baño de sangre a la clase obrera (…). La revolución libertadora significo una vuelta al pasado que el peronismo quiso superar, el restablecimiento de todo el complejo económico-social que el peronismo creyó haber destruido”[30]. En esta línea Real pensara con una visión nacionalista y no desde la izquierda cipaya, entendiendo que el peronismo estaba en vías de generar una nueva nación.

Otro de los intelectuales que podemos mencionar dentro de la izquierda nacional es Enrique Rivera[31]. Desde su mirada defenderá una visión de país que la izquierda cipaya ignoraba. Dirá que “ni hay nada más viviente a todo lo largo y ancho del país que el peronismo (…). El peronismo ha levantado banderas que permitiesen en gran parte incumplidas pero que son inobjetables y tienen que ser enarboladas por la clase obrera. En primer término, la Constitución de 1949, la Constitución Justicialista, cuyos principios deben ser los primeros (…) deben ser enarbolados por la clase obrera en esta hora histórica”[32]. En esta línea, Rivera afirmara que el peronismo venía a ocupar un lugar que desde la izquierda colonial no tenía intenciones de ocupar.  Con la oleada de los trabajadores rurales a la ciudad, Rivera comentara que “la gran oleada popular del 44-46 debió ser acaudillada por la izquierda, ese era el destino evidente para cualquier observador atento de la política argentina de esos años. Sin embargo, las direcciones de los dos partidos obreros adoptaron una posición totalmente hostil a las movilizaciones de la clase obrera argentina, a la que caracterizaron como chusma, desclasados, lumpaje pro-fascista, etc. En el Partido Socialista, esta actitud respondía a la fuerte presión (…) de la burguesía terrateniente- comercial (…), en el Partido Comunista, mero ejecutor en el plano local de los compromisos internaciones de la Unión Soviética (…). De este modo el partido de Codovilla consideraba aquí contrarrevolucionario lo que aplaudía en Europa Central: la movilización de las masas”[33]. Es en esta vía que Rivera será un férreo defensor de un ideal de izquierda nacional en contra de las ideas extranjerizante de la izquierda cipaya.

Otros de los intelectuales de la izquierda nacional será Rodolfo Puiggros[34], quien en la década del treinta militaba en el Partido Comunista, pero en 1946 es acusado de traicionar al partido por simpatizar con el peronismo sobre todo por repudiar a la Unión Democrática y al embajador Braden. Desde su análisis enfatizara que “ningún partido en la Argentina ha publicado tantos libros, manifiestos, volantes, folletos, periódicos y revistas como el Comunista (…). Desde 1926 hasta la fecha, el Partido Comunista caracterizo a seis de “fascistas” (Yrigoyen, Uriburu, Ramírez, Farrell, Perón y Onganía), a dos de “reaccionarios” (Justo y Castillo) y a siete democráticos (Alvear, Ortiz, Lonardi, Aramburu, Frondizi, Guido e Illia), lo que significa que hemos tenido durante este periodo 16 años de “democracia” y 24 años de “fascismo” y “reacción (…). En el casillero de los “fascismos “figuran los dos gobiernos nacionalistas populares de este siglo, los de Yrigoyen y Perón; (…) los gobiernos que juzga “democráticos” tienen como denominador común la política francamente oligárquico – imperialista”[35]. En este sentido Puiggros es crítico a la visión que tiene el Partido Comunista con respecto a la visión de la política argentina. Cabe mencionar que tanto Yrigoyen como Perón completaron un mandato completo y en ambos casos fueron derrocados por un Golpe de Estado, donde el imperio y la oligarquía jugaron un papel fundamental.

Por otro lado, también es interesante su visión cuando ocurre la Revolución Juniana de 1943, por parte de las Fuerzas Armadas, del cual el ala nacionalista fue la dominante. Para el Partido Comunista dicha revolución se trató de un intento del fascismo por instalarse en Argentina. Para Puiggros esta etapa permitía otra lectura ya que se trataba de una oportunidad en avanzar sobre asuntos pendientes tales como la nacionalización de la industria, la planificación estatal de la economía, etc. En este planteamiento Puiggros analizara “el golpe militar esta fuera de discusión: malograr la candidatura oligárquico-imperialista de Patrón Costas (…). En la literatura argentina y extranjera sobre el tema abundas las referencias a un plan orientado a convertir a nuestro país en trampolín de la conquista del continente por Adolf Hitler. No se aportan pruebas documentales de dicho plan (…). Si aceptamos que detrás del pronunciamiento triunfante del 4 de junio no se movían los intereses anglosajones, (…) tendremos que descartar también la participación en él de las clases dominantes como lo evidencia su alineamiento inmediato en oposición al gobierno militar”[36].

En otras palabras, la revolución venía a romper el statu quo de la política argentina, gestando un nacionalismo defensivo donde la industria, la neutralidad en la Segunda Guerra Mundial y el proteccionismo eran las banderas de su visión. Posteriormente cuando Perón sufre el Golpe de Estado, perpetrado por la Revolución Libertadora, marco un punto de inflexión ocupando un lugar en la resistencia peronista. Puiggros participo del fallido levantamiento del General Valle, vinculándose al comando de la resistencia 17 de octubre. Es por ello por lo que sin dudas será uno de los intelectuales más importantes de la izquierda nacional.

Por último, uno de los principales (si no el principal) referente de la izquierda nacional será Jorge Abelardo Ramos[37]. Cabe mencionar que será el primer marxista significativo que, en 1945, planteo la necesidad latente de apoyar a Perón y al peronismo. Este apoyo de Ramos hacia Perón estaba reflejado desde el punto de vista que enfrentaba a la oligarquía terrateniente aliada al imperio que tenía como máxima expresión al embajador Braden y sobre todo porque establecía la legislación obrera más avanzada de América Latina.

Es en este aspecto que Ramos apoyaba a Perón, no por ser un socialista sino por ser un revolucionario burgués que venía a romper el statu quo que la Argentina vivió durante toda su historia. También algo interesante en Ramos, es la reivindicación que hace sobre las Fuerzas Armadas. En este aspecto dirá que “la izquierda cipaya de la Argentina considero siempre al Ejército como una entidad “reaccionaria” (…). Para la izquierda cipaya, los militares eran reaccionarios cuando sostenían los gobiernos populares y progresistas cuando los derriban”[38]. Un claro ejemplo de la defensa de las ideas nacionalistas de las Fuerzas Armadas quedara reflejado en su análisis de la revolución del 4 de junio de 1943. En dicho análisis, Ramos dirá que “los marxistas (…) no lograran entender jamás (…) las posiciones entre los ejércitos de los países opresores y los ejércitos de los países oprimidos (…). El 4 de junio de 1943 el Ejercito asume el poder y ejecuta numerosas medidas de nacionalismo económico, esto se debía esencialmente a la bancarrota de los viejos partidos populares y a la carencia de una burguesía nacional”[39].

Sin ir más lejos también afirmara que “el nacionalismo militar sin pueblo no podía sobrevivir”[40]. Esta idea de que el pueblo acompañara a las Fuerzas Armadas era una idea novedosa dentro de la izquierda argentina. No será menor que también reconocerá que “en 1945 Perón encarno la voluntad general del Ejercito de salir adelante, de impulsar la industrialización, de distribuir la renta nacional en proporciones más justas y de obtener el apoyo de la clase obrera para desarrollar el capitalismo en la Argentina”[41].

En otras palabras, las Fuerzas Armadas, con Perón a la cabeza está reconociendo por primera vez los derechos de la clase obrera, la que siempre fue ninguneada por la izquierda colonial. También a lo lado del periodo peronista y en vísperas del golpe de Estado de 1955 explicaba desde las páginas del diario Democracia porque la clase media se oponía a Perón, diciendo que esta no soportaba al negro ensoberbecido por el peronismo. Sin dudas como dirá Ramos, “el motín del 4 de junio engendro a Perón, que al ligarse con el movimiento de masas transformo la revolución popular.  Así nació el 17 de octubre, una fecha que no podrá borrarse por decreto porque señala la primera intervención decisiva de nuestro proletariado en la vida política Argentina”[42]. Esta reiniciación y unión entre el Peronismo y el proletariado estará atravesado en todas sus direcciones. Sin dudas Ramos vera como dijimos anteriormente que por primera vez el obrero argentino estaba protegido y encontró el Perón la persona que luchara por sus derechos.

Esta postura adoptada por Ramos, en defensa del peronismo viene desde la visión de la Cuestión Nacional, donde sostiene que en los países semi-coloniales como lo es la Argentina, con una burguesía débil o casi inexistente, sin una conciencia clara de clase, estas tareas desde 1943 fueron cumplidas por las Fuerzas Armadas, y en particular por el ejército con Perón a la cabeza. Las Fuerzas Armadas fueron el verdadero partido político de la burguesía argentina. A este sin dudas también debemos incorporarle la clase obrera, la burocracia estatal y los sectores de la pequeña burguesía agraria.  En este sentido para Ramos, la clase obrera debía ser parte fundamental de esta alianza en su lucha contra el imperialismo y en favor de la industrialización del país.

Con este análisis llegamos a su visión sobre el Golpe de Estado perpetrado a Perón. Ramos dirá en la revista izquierda, “diez años han transcurrido desde la revolución de 1945 a la contrarrevolución de 1955. El 16 de junio traza una raya de sangre entre las fuerzas antinacionales y la clase obrera argentina (…). Marxistas pro-imperialistas, internacionalistas cipayos de todas las escuelas y muchos otros revolucionarios conservadores coinciden en (…) aniquilar al régimen apoyado por las masas”[43].

Otro aspecto fascinante de Ramos se enfoca en su visión de construir la patria grande, la cual contrastaba con el enfoque marxista de esa época, que simplemente buscaba imitaba lo que sucedía en Europa. Para Ramos, la implementación del marxismo en nuestro país, en nuestra América, debía surgir de una comprensión de nuestra realidad y de cómo resolver los desafíos que enfrentamos como comunidad. No aboga por un enfoque mecánico, sino que busca la solución más adecuada para nuestra situación. Por esta razón, desde el principio mostró una postura crítica hacia el Partido Comunista y el Partido Socialista.

Por último, es interesante ver la crítica a dos figuras centrales de la cultura oficial como lo son Jorge Luis Borges y Ezequiel Martinez Estrada. A través de Crisis y resurrección de la literatura argentina, Ramos, presenta una obra política crítica al denominado aparato de la colonización pedagógica. En palabras de Ramos dirá que “no ofrecemos al lector una exposición sobre literatura pura: ni los esfuerzos de la química han logrado situar nada en estado específico. (…). Nuestro tema será en consecuencia lo nacional y lo europeo en la literatura argentina y por implicación, en la formación del pensamiento nacional latinoamericano. Un entrelazamiento tan atrevido en apariencia entre la cultura y la política causará repulsión a nuestros intelectuales. Es bien natural que esto suceda, pues un franco debate de este género demostraría su divorcio del país en que viven. Su poliglotismo espiritual les impele a rechazar en el territorio subordinado lo que constituye el asunto habitual en la metrópoli europea, esto es, la más enérgica y apasionada polémica sobre las letras y sus fines”[44].

En este punto de partida para Ramos existirán países independientes o imperios, que estructuran su dominación con colonias o semi-colonias. Las colonias están despojadas del poder político y ocupado por fuerzas extranjeras y el rol de la cultura en estos países no se torna determinante. Por el contrario, en los países semi-coloniales como lo es la Argentina, posee un estatus político independiente (que Jauretche por ejemplo lo llama “estatuto legal del coloniaje”) pero la cultura se torna fundamental para el dominio imperial.

No es coincidencia que podamos identificar de forma más sencilla y rápida en un mapa el río Támesis que el rio Salado o Bermejo. Es en este sentido, la colonización pedagógica implica que la labor de la educación y la formación de su sociedad opere de manera eficaz y esté orientada a mantener el sistema de dominación. Las clases dominantes forjan una intelectualidad a través del internacionalismo y el universalismo de la cultura extranjera, “pero rechazan al mismo tiempo el derecho de reivindicar o desarrollar nuestra propia tradición nacional”[45]. En este análisis Ramos expresa sin titubeos que no existe una literatura argentina, sino que incorpora acrítica la estética europea con su visión de nación y no con las realidades de nuestro pueblo. Se preguntara Ramos “¿Por qué esas corrientes poseen una influencia tan notable en la literatura argentina? La razón más válida es que nuestra literatura no es argentina, sino que prolonga hasta aquí las tendencias estéticas europeas. Su misión es traducir al español el desencanto, la perplejidad o el hastío legitimados por la evolución de la vieja Europa (…). Nuestros intelectuales traducen pasiones ajenas: desarraigados, sin atmósfera, sombras de una decadencia o de una sabiduría que otros vivieron”[46].

Es por ello por lo que insiste en la resurrección de la crisis que atraviesa la cultura y la literatura argentina a través de la asunción y fomento de la conciencia nacional, conforme a las categorías propias, a nuestras necesidades y no ser una mera copia de Europa. No será menor que será un defensor de la causa que defendieron tanto Bolívar, San Martin y Artigas, la causa de la Patria Grande, América Latina un país…la nación inconclusa.

Sin dudas Ramos y su basta historia tiene muchos más matices para desarrollar, tales como la novedosa defensa del General Julio Argentino Roca, la visión del mestizaje, el FIP, su visión sobre la Guerra de Malvinas, la nación inconclusa, etc. Sin dudas unos de los pensadores argentinos de mayor envergadura del siglo XX, pero solamente en este trabajo puntualizamos algunos puntos de vista.

A modo de conclusión

En este artículo se buscó materializar las discrepancias existentes entre la izquierda Colonial y la izquierda Nacional. Aunque las ideas de la izquierda colonial fueron prominentes a principio del siglo XX, con el paso del tiempo fueron desvaneciéndose, posiblemente debido a una falta de comprensión de la realidad nacional. La irrupción del yrigoyenismo seguida por el peronismo contribuyó al declive de estas ideas. Hubo dos intentos de revitalizarlas a través de la creación de la Unión Democrática y durante el periodo de revanchismo luego de la caída del gobierno constitucional de Perón por la Revolución Libertadora. Sin embargo, en ambos casos la izquierda colonial se mantuvo desconectada de la realidad nacional, lo que resultó en una disminución de su influencia intelectual con el tiempo.

Por otro lado, la izquierda nacional empezó a tempranamente en solitario con Ugarte a ver otra realidad. Otra forma de ver nuestra realidad y la de América Latina. En esta cruzada podemos también nombrar a Mariátegui, Mella, Haya de la Torre, Ramos, etc. En nuestra tierra, también surgirán pensadores de la talla de Cooke, Puiggros, Spilimbergo, Galasso, Jauretche, Hernández Arregui, etc. Sin dudas una vasta literatura de intelectuales que ven la realidad Argentina, y plantean sus soluciones ligándose en muchos de los casos a los partidos de masas. Muchos de ellos verán en el peronismo la unificación de un modelo de país a seguir, para romper las cadenas de la semi-colonia. Es en este contexto que la izquierda nacional forma la conciencia nacional ya que, en un país dependiente como el nuestro, tenemos que gestar nuestras propias categorías de liberación.

Para finalizar la izquierda nacional tiene tres matices bien definidos, que son el sostenimiento de la patria grande, ya que somos la nación latinoamericana y todos sostienen el antiimperialismo; una segunda idea de que la clase obrera y la burguesía se deben aliar para combatir a las oligarquías terratenientes; y por último la teoría de la revolución permanente, que desde las bases de la sociedad en este caso el proletariado se construye la nación y la liberación.

Imagen de portada. Fuente: www.testimoniosba.com


[1] Alberto Guerberof, “Izquierda Colonial y Socialismo Criollo” Ediciones del Mar Dulce, Buenos Aires, 1985, p.7.

[2] Juan Bautista Justo, Nació en 1865 y falleció en 1928. Fue médico, docente, ensayista político, legislador, periodista, traductor, conferencista, figura fundacional y máximo dirigente del socialismo argentino. Sera el primer director del periódico más importante del socialismo que fue La Vanguardia. También fue apologista del imperialismo, anti criollo, anti industrialista y librecambista. Hostil al yrigoyenismo y ligado a la oligarquía argentina. Posee una vasta obra, pero dentro de los cuales se destacan: En 1909, Teoría y práctica de la historia; En 1903, La Moneda; En 1909, El Partido Socialista en la República Argentina. Polémica con Enrique Ferri, entre otros.

[3] Esta terminología de “Política Criolla” será desarrollada por Arturo Jauretche en el Manual de Zonceras Argentina. A dicha zoncera será la numero 12. Dirá que la Política Criolla será todo lo que no es científico y el padre de dicha zoncera será Juan B. Justo. Todo lo que venía de afuera, es especial desde Europa era científico y lo que nacía adentro era anti-científico, es decir criollo y para denigrar más el termino de aluvión zoológico, término utilizado por el diputado nacional Ernesto Sammartino. En pocas palabras la Política Criolla era la barbarie en toda su plenitud.

[4] Juan Bautista Justo, “Teoría y práctica de la historia”, Lotito y Barberis Editores, Buenos Aires, 1909, p.129.

[5] Jorge Enea Spilimbergo, “Juan B. Justo o el Socialismo Cipayo”, Editorial Coyoacan, Buenos Aires, 1960, p.19.

[6] Juan Bautista Justo, “La realización del socialismo” en Norberto Galasso “Aportes críticos a la historia de la izquierda Argentina. Tomo 1”, Ediciones Nuevos Tiempos, Buenos Aires, 2007, p.18.

[7] Juan Bautista Justo, “Obras Completas de Juan B. Justo. La Moneda”, Editorial La Vanguardia, Buenos Aires, 1928, p.96.

[8] Juan Jose Hernández Arregui, “La formación de la conciencia nacional”, Ediciones Hachea, Buenos Aires, 1970, p.102.

[9] Arturo Jauretche, “Manual de zonceras argentinas”, Editorial Peña Lillo, Buenos Aires, 1988, p.106.

[10] Enrique Dickmann, “Recuerdos de un militante socialista” en Norberto Galasso “Aportes críticos a la historia de la izquierda Argentina. Tomo 1”, Ediciones Nuevos Tiempos, Buenos Aires, 2007, p.20.

[11] Luis Enrique Vicat dirá en la conferencia que “actualmente nuestras principales riquezas son la ganadería y la agricultura y, sin embargo, no podemos desarrollarlas sin el auxilio de los elementos importados: desde el alambre para los cercos hasta los medios de transporte que llevan sus productos al mercado; desde el más sencillo arado o herramienta, hasta las modernas trilladoras; desde el medicamento para la sarna de las ovejas hasta las lonas para tapar las parvas o los elementos para combatir la langosta. Para establecer cualquier industria, y aún para mantener las que ya existen, necesitamos comprar en el extranjero la maquinaria, los combustibles, los lubricantes, las piezas de repuesto y, muchas veces, hasta las mismas materias primas aunque existan en nuestro suelo, como ser la madera para las construcciones”. Esta idea claramente esta en contraposición de las ideas de Justo y Dickmann.

[12] Joaquín Coca, “El Contubernio” en Alberto Guerberof, “Izquierda Colonial y Socialismo Criollo” Ediciones del Mar Dulce, Buenos Aires, 1985, p. 52.

[13] Victorio Codovilla, fue el máximo dirigente del comunismo argentino y sudamericano. Nació el 8 de febrero de 1894 en Ottobiano, Italia y falleció el 15 de abril de 1970 en Moscú, Unión Soviética. Fue un incondicional servidor del régimen soviético y siempre se opuso a los grandes movimientos de masas tales como el yrigoyenismo y el peronismo. Fue más liberal que marxista. Fue también un gran escritor, con una vasta obra literaria, dentro de la cual se destaca libros como: En 1942, Los pueblos triunfaran; En 1943, La Unión Nacional es la victoria; En 1945, Batir al nazi-peronismo; En 1946, ¿Dónde desembocara la situación argentina?; En 1948, ¿Resistirá la Argentina al imperialismo yanqui?; En 1956, La nueva relación de fuerzas internacional y nacional y el camino argentino hacia la democracia, la independencia nacional y el socialismo; entre otros.

[14] Victorio Codovilla, “Batir al nazi-peronismo para abrir una era de libertad y progreso”, Editorial Anteo, Buenos Aires, 1945, p.19-20.

[15] Orientación, Buenos Aires, 29-08-1945, p.3.

[16] Un claro ejemplo está reflejado en el diario La Hora. En su tirada del 14 de noviembre de 1945 realizan un dibujo de la inscripción partidaria al partido, donde figura un cartel que dice “centro sibico koronel perón” haciendo alusión que no saben escribir los que se inscriben y siguen a Perón. Otro de las tapas será la del 29 de diciembre de 1945 donde están dos personas, un policía que hace la vista gorda y otro que pinta “viva el coronel. Mueran judíos”, haciendo referencia al antisemitismo (Inexistente) que había en el partido y por eso lo categorizaban como nazi-peronismo. Es una simple y muy acotada descripción porque no es el fin del trabajo, pero la realidad es que existen múltiples diarios que atacan al peronismo, tales como La Vanguardia, Orientación, El Patriota, La Hora entre otros.

[17] Enrique Pavón Pereyra, “El hombre del destino – Tomo 1”, Editorial Abril, Buenos Aires, 1973, p.41.

[18] Juan Domingo Perón, “Significado de la Defensa Nacional desde el punto de vista militar”, Conferencia pronunciada en el Colegio Nacional de La Plata, el 10 de junio de 1944, Curso de cultura superior universitaria, Editorial Peuser, Buenos Aires, 1945, p.68-69.

[19] Raanan Rein, “Los muchachos peronistas judíos. Los argentinos judíos y el apoyo al Justicialismo” Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 2015, p.263.

[20] Alberto Guerberof, “Izquierda Colonial y Socialismo Criollo” Ediciones del Mar Dulce, Buenos Aires, 1985, p.31.

[21] Américo Ghioldi, “De la tirana a la democracia social. Cayo la dictadura ahora que?”, Ediciones Gure, Buenos Aires, 1956, p.54.

[22] Ibídem, p.65.

[23] Manuel Baldomero Ugarte, nace en Buenos Aires en 1875 y fallece en Niza, Francia en 1951. Miembro de la llamada generación del 900. Socialista reformista, incansable defensor y propagandista de la unidad y emancipación política y cultural de América Latina. Amigo de escritores tales como Rubén Darío, Gabriela Mistral, Manuel Gálvez, Blanco Fombona, Amado Nervo entre tantos otros. En 1903 se adhiere al Partido Socialista Argentino con cuya dirigencia tuvo múltiples desencuentros a raíz de las crítica proteccionista, neutralista y latinoamericana. Entre 1911 y 1913 lleva a cabo su campaña Hispanoamericana donde recorre países tales como México, Cuba, Colombia, Venezuela, Honduras, Ecuador, Bolivia entre otros países. En 1946 brinda su apoyo al peronismo y será un reconocido embajador en México, Nicaragua y Cuba. Posee una vasta obra literaria dentro de las cuales podemos mencionar: En 1922, Mi Campaña Hispanoamericana; En 1933, El dolor de escribir; En 1943, Escritores iberoamericanos de 1900; En 1910, El porvenir de América Latina; En 1923, el destino de un continente; En 1924, La Patria Grande; entre otros.

[24] Norberto Galasso, “Manuel Ugarte, pensador maldito: conversaciones con Norberto Galasso”, en “Manuel Ugarte. Legado, vigencia y porvenir”, en Facundo Di Vicenzo y Daniela D´Ambra, Mara Espasande (Compiladores), Ediciones de la UNLA, Buenos Aires, 2021, p.31.

[25] Manuel Ugarte, “Diario La Patria, num. 1 del 24 de noviembre de 1915” en Alberto Guerberof, “Izquierda Colonial y Socialismo Criollo” Ediciones del Mar Dulce, Buenos Aires, 1985, p. 43-44.

[26] Ibídem, p.46.

[27] Ibídem, p.47.

[28] Juan Jose Real fue un destacado dirigente del Partido Comunista que ante las magras posibilidades de vencer a Perón en las urnas, en 1952 tiene un acercamiento al peronismo. En febrero de 1953 el Comité Ejecutivo del Partido Comunista Argentino vota por unanimidad destituirlo de todos sus cargos acusándolo de que tiene un brote de nacionalismo burgués.  Queda reflejado que en dicha época tiene un gran enfrentamiento con el ala del codovilismo. Nació en 1911 y fallece en 1974. Entre sus libros más destacados encontramos: En 1951, Manuel de historia Argentina; En 1968 Lenin y las concesiones al capital extranjero, entre otros.

[29] Juan Jose Real, “Nuestra fuerza y nuestras debilidades. Informe rendido ante el Xº Congreso del Partico Comunista; realizado en Córdoba los días 15,16 y 17 de Noviembre de 1941”, Ediciones del Comité Central del Partido Comunista, Buenos Aires, 1941, p.10.

[30] Juan Jose Real “Treinta años de historia argentina” en Alberto Guerberof, “Izquierda Colonial y Socialismo Criollo” Ediciones del Mar Dulce, Buenos Aires, 1985, p. 67-69.

[31] Enrique Rivera, nace en Buenos Aires, en 1922 y fallece el Montreal, Canadá en 1995.Pertenece a las corrientes trotskista, opuestas a la segunda guerra imperialista. Apoyo al peronismo y lucho contra la izquierda proimperialista. Formo parte del equipo político que editaba Frente Obrero y octubre, donde fue autor de innumerables artículos periodísticos. Entre sus libros podemos destacar: En 1950, La Reforma Universitaria; En 1969, El socialismo y la revolución nacional; En 1958, Peronismo y Frondizismo; En 1954, Jose Hernández y la guerra del Paraguay; entre otros.

[32] Enrique Rivera, “La caída de Perón. Lo vivo y lo muerto del peronismo” en Alberto Guerberof, “Izquierda Colonial y Socialismo Criollo” Ediciones del Mar Dulce, Buenos Aires, 1985, p. 83.

[33] Enrique Rivera, “El socialismo y la revolución nacional”, Ediciones Patria Grande, Córdoba, 1971, p.3.

[34] Rodolfo Puiggros nació en Buenos Aires, en 1906 y fallece en 1980 en La Habana, Cuba. Estudio Ciencias Económicas en la Universidad de Buenos Aires y se dedicó a la historia económica y política de argentina y Latinoamérica. Fue periodista, historiador y militante político. En su juventud fue anarquista, en 1928 se afilio al Partido Comunista, hasta su expulsión en 1946. Fundo el Movimiento Obrero Comunista y mantuvo una relación permanente con Perón. En 1960 se exilió en México donde ejerció la docencia en la Universidad Nacional Autónoma de México. Entre 1968 y 1974 realiza una labor pedagógica con jóvenes argentinos y latinoamericanos. En 1973, Campora, a instancias de Perón, lo nombra recto de la Universidad de Buenos Aires. Perseguido por la Triple A, se exilia nuevamente en México. Con el asesinato de su hijo en 1976, se incorpora al Movimiento Peronista Montonero. Sus principales libros son: De 1940, De la Colonia a la Revolución; De 1956, Historia critica de los Partidos Políticos Argentinos; De 1972, A dónde vamos, argentinos; De 1974, La universidad del Pueblo, entre otros.

[35] Rodolfo Puiggros, “Las izquierdas y el problema nacional. Tomo III” en Alberto Guerberof, “Izquierda Colonial y Socialismo Criollo” Ediciones del Mar Dulce, Buenos Aires, 1985, p. 58-59.

[36] Rodolfo Puiggros, “Historia critica de los partidos políticos argentinos. Tomo III”, Editorial Hyspamerica, Buenos Aires, 1986, p. 426-429.

[37] Jorge Abelardo Ramos nació en Buenos Aires en 1921 y murió en la misma ciudad en 1994. Fue ensayista político, periodista y militante trotskista en su juventud. Más tarde, estuvo entre los fundadores de la Izquierda Nacional. Ingreso en el Grupo Obrero Revolucionario que liberaba Liborio Justo. Después paso a formar parte del Partido Obrero de la Revolución Socialista, que editara el periódico De Frente. Disuelto el grupo, lanza una revista llamada Octubre que va desde 1945 hasta 1947.Tuvo varias editoriales entre las cuales podemos destacar tales como Coyoacan, Del Mar Dulce, Indoamérica, entre otras. En dichas editoriales pasaran autores de la talla de Manuel Ugarte, Methol Ferre, Helio Jaguaribe, Claudio de Araujo Lima, Carlos Montenegro, Arturo Jauretche, entre tantos otros. Crea el Partido Socialista de la Izquierda Nacional o el Frente de Izquierda Popular. Sus ideas e influencia continua vigentes hasta el día de hoy. Posee un vasta obra, dentro de las cuales podemos mencionar: 1949, América Latina: un país; 1954, Crisis y resurrección de la literatura argentina; 1957, Revolución y contrarrevolución en Argentina que consta de cinco tomos; 1968, Ejercito y semicolonia; 1968, Historia de la Nación latinoamericana; 1983, Adiós al coronel; 1986, Breve historia de las izquierdas en la Argentina; 1993, La nación inconclusa, entre otros.

[38] Jorge Abelardo Ramos, “Ejercito y Semi-Colonia”, Editorial Sudestada, Buenos Aires, 1965, p.8.

[39] Jorge Abelardo Ramos, “Revolución y Contrarrevolución en la Argentina. Tomo 5. La era del peronismo (1943 – 1976)”, Editorial Continente, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 2013, p.26.

[40] Ibídem, 26.

[41] Jorge Abelardo Ramos, “Historia política del Ejercito Argentino. De la Logia Lautaro a la industria pesada”, Editorial Peña Lillo, Buenos Aires, 1959, p.68.

[42] Jorge Abelardo Ramos, “Balance del peronismo en 1955” en Alberto Guerberof, “Izquierda Colonial y Socialismo Criollo” Ediciones del Mar Dulce, Buenos Aires, 1985, p. 107.

[43] Jorge Abelardo Ramos, “Revolución y Contrarrevolución en la Argentina. Revista Izquierda. Número 1”, Revista Izquierda, Nº1, Agosto de 1955, Recuperado de https://americalee.cedinci.org/wp-content/uploads/2019/12/izquierda-ramos-n1.pdf

[44] Jorge Abelardo Ramos, “Crisis y resurrección de la literatura argentina”, Editorial Coyoacan, Buenos Aires, 1961, p.9.

[45] Ibídem, p.13.

[46] Ibídem, p.19.

Bibliografía

Codovilla, Victorio (1945): Batir al nazi-peronismo para abrir una era de libertad y progreso Buenos Aires: Editorial Anteo.

Galasso, Norberto (2007): Aportes críticos a la historia de la izquierda Argentina. Tomo 1. Buenos Aires: Ediciones Nuevos Tiempos.

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Spilimbergo, Jorge Enea (1960): Juan B. Justo o el Socialismo Cipayo. Buenos Aires: Editorial Coyoacan.

Juan Manuel Sánchez
Lic. en Ciencia Política y Gobierno (UNLa). Esp. en Pensamiento Nacional y Latinoamericano del Siglo XX (UNLa)
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