Dentro del concepto de “Nación en Armas” o Guerra Total, el objetivo de la guerra es lograr que el enemigo se vea imposibilitado de seguir peleando, y esto puedo lograrse por varios medios, entre los cuales se encuentran las acciones que puedan afectar la salud de los soldados, de la población civil, así como la de los animales o vegetales que sirvan para su alimentación. En este sentido Clausewitz planteaba en su libro “De la Guerra” que “De esta forma, la destrucción de las fuerzas del enemigo siempre surge como el mayor y más eficaz medio, al que deben ceder sus lugares todos los demás.” (Clausewitz 2011: p 41)
En este mismo sentido Von der Goltz destacaba en su libro “La Nación en Armas” que el éxito militar no asegura el triunfo en la guerra, ya que hay otros factores iguales o incluso más importantes: “El aniquilamiento del ejército francés no hubiera sido un remedio contra el bloqueo de hambre, al cual Alemania, a pesar de los más brillantes éxitos en el campo de batalla, sucumbió finalmente.” (Von der Goltz 1927: 54).
En lo enunciado por este autor prusiano, se puede observar que la falta de alimentos, puede incidir de manera definitoria en un guerra, y si bien utiliza como ejemplo un bloque; esto también puedo lograrse por otros medios.
Bajo estas premisas, durante el primer gobierno de Juan Domingo Perón, el doctor Ramón Carrillo planteó que había que prestar mucha atención a las diferentes armas que pueden utilizarse, y en entre ellas las de tipo bacteriológicas o biológicas.
Como desarrollamos anteriormente, desde las nociones de Von der Goltz, la guerra no es solamente el resultado del enfrentamiento entre ejércitos profesionales, sino que involucra integralmente a todas las fuerzas del conjunto de una sociedad. Carrillo añade a esta concepción que la guerra tampoco es el producto de la escasez ni de la debilidad de un Nación, sino por el contrario es una demostración de fuerza y control por sobre otros Estados: “La guerra usa la violencia, como usa otros procedimientos. No es simple colisión de fuerzas físicas entre dos naciones, es – cómo dice Scheler- una controversia de poderío y voluntad entre Estados. De esto se deriva que la guerra no resulta del hambre, las miserias o las necesidades, sino al contrario de la abundancia de las riquezas materiales y espirituales y del exceso de energías. La guerra es una consecuencia del poderío y no de la debilidad. Especialmente las grandes guerras.” (Carrillo; 1953: 4).
Esto hizo que Carrillo, como ministro de Salud del gobierno peronista, instruyera a los altos mandos de las fuerzas armadas, en esta variante de la guerra: “Se habla en todas partes de la guerra bacteriológica y ello crea ya una preocupación, aparte otras, sobre las palabras que han de designar a este procedimiento y ayudar a definirlo como arma ofensiva, defensiva y/o de sabotaje.” (Carrillo; 1953:3)
Queda claro que el uso de armas convencionales no es el único medio para eliminar o diezmar a un ejército, o incluso a la población civil, generando un daño igual o superior y atacando a su vez la moral de la población: “El objetivo de la guerra es destruir el poderío enemigo eliminando a los hombres o a las cosas que acrecientan o mantienen ese poderío. Se procura así matar o inutilizar el mayor número posible de soldados.”(Carrillo; 1953:5)
La guerra bacteriológica o biológica tiene por objetivo atacar uno o varios elementos que afecten de manera directa o indirecta las posibilidades de una nación de seguir combatiendo: “La guerra biológica puedo ser llevado a cabo con los siguientes propósitos ofensivos:
1º Matar o inutilizar soldados en los frentes de batalla.
2º Matar o inutilizar obreros en lugares de producción.
3º Matar animales de utilidad bélica.
4º Matar animales de consumo alimentario.
5º Destruir sembrados destinados a la alimentación.
6º Producir por otros medios el desánimo, la angustia o el pavor colectivo.” (Carrillo; 1953:7).
La característica principal de la guerra bacteriológica es la de atacar las fuentes mismas de reproducción de la vida, inhabilitando o imposibilitando al adversario continuar o extender la guerra por carencias básicas alimentarias, de subsistencia, o productivas. Al perjuicio que se genera al abastecimiento de las tropas, se le suma la crisis moral y espiritual que implican las bajas de las fuentes de suministro vitales para toda la población. Este tipo de ataque se vincula así a las nociones de guerra psicológica.
Carrillo sostiene que una de las formas de atacar a una población es a través de la propagación de enfermedades, que afecten la salud humana de manera directa, o de manera indirecta atacando a los animales o vegetales de los que se alimenta “La producción artificial de epidemias – o la matanza de seres por medio de hormonas o factores inhibitorios de la vida – constituyen el objetivo militar de la guerra bacteriológica.”(Carrillo; 1953:12)
Al Ministro le importaba conocer este uso de la bacteriología principalmente desde el punto de vista de la defensa. Le interesaba conocer de qué manera el país podía ser atacado por este medio para constituir lo que denomina un “frente interno sanitario”; esto es capacitar en conjunto a las fuerzas armadas y al personal sanitario para cubrir las previsiones médicas necesarias en caso de un ataque con estas características.
Carrillo realiza la analogía con entre un comando estratégico militar y los médicos a la hora de enfrentarse a una epidemia: “Cuando los médicos nos enfrentamos a una epidemia debemos proceder con una estrategia y una táctica semejantes a las que emplea en la guerra un general en jefe de estado mayor, pues ocurre que los microbios y bacterias se presentan como verdaderos ejércitos, con la agravante de ser invisibles y de contarse por millones y millones, en legiones mejor organizadas, por lo pronto, que las unidades sanitarias.” (Carrillo; 1953: 11)
No es casual la analogía en el marco del análisis de la guerra bacteriológica, ya que una estrategia defensiva en ese contexto requiere el concurso del conocimiento científico sanitario, sin un trabajo conjunto gran parte del problema bélico queda a merced del ataque externo.
No obstante, tampoco es suficiente la capacitación conjunta de fuerzas armadas y personal sanitario sin un involucramiento de la totalidad de la población; las medidas preventivas, el conocimiento suficiente para evitar el pánico y el caos, la organización para contrarrestar las posibles consecuencias requieren un pueblo activo y formado que se oriente a los objetivos comunes de defensa de la Nación.
Carrillo menciona ““Una de las grandes cualidades del arma bacteriológica es su notable flexibilidad estratégica. (…) Es también adaptable a la guerra psicológica, puesto que no hay nada mejor que las epidemias para crear un estado de angustia y terror, principio y fin de los objetivos de la guerra psicológica.”(Carrillo; 1953: 25)
Entrado ya el siglo XXI, el desafío para las naciones será identificar este enemigo en principio “invisible” que no avanzará con la fuerza del armamento bélico sino con la potencia de medios biológicos y el desarrollo científico puesto en función de esa misión.
La salud, en estos términos, será también el escenario del frente de batalla.
Imagen de portada. Fuente: www.cultura.gob.ar
Bibliografía
- Carrillo, Ramón (1953). La Guerra Bacteriológica. Buenos Aires, publicado por http://electroneubio.secyt.gov.ar/Ramon_Carrillo_La_guerra_bacteriologica_Facsimil.htm
- Von Clausewitz, Karl (2011). De la guerra. Buenos Aires: Distal
- Von der Goltz, Colmar (1927). La Nación en Armas. Tomo I. Buenos Aires: Taller Gráfico de Luis Bernard