I. Introducción
Muy probablemente -por lo menos en nuestro país- los cuatro principios son la faceta más renombrada del pensamiento del Papa Francisco, pero su conocimiento no llega, generalmente, a mucho más que la mera enunciación de ellos. Hay mucha superficialidad. La finalidad del presente trabajo es examinar sobre sus orígenes y su vinculación con la Doctrina Social de la Iglesia.
Apenas habían pasado poco más de tres meses del nombramiento de Bergoglio como obispo de Roma cuando el nuevo papa firmó la encíclica Lumen fidei (La luz de la fe). Por el mismo texto sabemos que fue redactado en buena medida por su predecesor, Benedicto XVI, pero existen aportes personales del antiguo arzobispo de Buenos Aires (LF 7). Precisamente advertimos ese sello propio en la mención de dos de los cuatro principios.
A su vez, a los ocho meses del inicio de su ministerio petrino, el Papa Francisco publicó la exhortación apostólica Evangelii gaudium que bien puede ser entendida como la explicitación del programa de acción y prédica del nuevo pontífice. La evangelización en el mundo actual es el eje central del documento pero hay variadas y profundas apreciaciones sobre la cuestión que nos ocupa.
El capítulo cuarto trata sobre la dimensión social de ese proceso y contiene un apartado dedicado a El bien común y la paz social. Allí el Papa Francisco afirma que la paz social es hija de la justicia. También explica que debe surgir del fruto del desarrollo integral de todos para que sea duradera. En ese contexto es que enuncia íntegramente los cuatro principios que pueden colaborar para generar paz y, en consecuencia, justicia. Es fundamental remarcar la ligazón de los principios con la instauración de un orden justo (EG 218 y 219).
Explica el Papa que cada nación debe aspirar a conformar un pueblo -que no es lo mismo que una simple masa arrastrada por las fuerzas dominantes-, cuya construcción requiere de un trabajo lento y arduo hasta desarrollar una cultura del encuentro en una pluriforme armonía (EG 220). A su vez, Francisco manifiesta que los principios están relacionados con tensiones bipolares propias de toda realidad social.
Manifiesta que los principios brotan de los grandes postulados de la Doctrina Social de la Iglesia[1]. Indica que orientan el desarrollo de la convivencia social y forjan la construcción de un proyecto común del pueblo donde se armonicen las diferencias. Por último, expresa que la aplicación de esos principios es un genuino camino hacia la paz dentro de cada nación y en el mundo entero (EG 221).
Entonces, los principios enunciados en Evangelii gaudium son los siguientes:
1° principio: El tiempo es superior al espacio.
2° principio: La unidad prevalece sobre el conflicto.
3°principio: La realidad es más importante que la idea.
4°principio: El todo es superior a la parte.
Resumiendo, es dable indicar los objetivos de la aplicación de estos principios:
a. Alcanzar la paz social, en las naciones y en el mundo, a través de la justicia, y no a causa de “un consenso de escritorio” con excluidos o minorías privilegiadas.
b. Lograr un orden social justo con desarrollo integral.
c. Construcción de un pueblo con un proyecto común donde se armonicen las diferencias (pluriforme armonía a través de la cultura del encuentro).
d. Amistad social.
II. Tensiones bipolares
En primera instancia se hará una breve descripción de cada uno de los principios según son presentados en el documento papal mencionado, para luego efectuar un recorrido cronológico sobre su conformación en el pensamiento de Bergoglio. Pero antes de adentrarnos en los principios propiamente dichos es preciso explicar un tema que fue mencionado al pasar pero que reviste una importancia clave: las tensiones bipolares. Los cuatro principios se encuentran enmarcados dentro de tres tensiones bipolares, según lo señala el mismo Francisco. Estas tensiones bipolares son las siguientes:
a. Plenitud-límite.
b. Idea-realidad.
c. Globalización-localización.
a. Tensión entre PLENITUD (voluntad de poseerlo todo) y LÍMITE (a esa voluntad).
La tensión existente se produce entre la voluntad de poseerlo todo y su límite. Dentro de la primera tensión (plenitud-límite) se encuentran los dos primeros principios: el tiempo es superior al espacio y la unidad prevalece sobre el conflicto.[2]
b. Tensión entre IDEA y REALIDAD.
Existe una tensión entre la idea y la realidad. La realidad simplemente es, la idea se elabora, dice Francisco. Es necesario que dialoguen entre sí. La presente tensión está vinculada al tercer principio: La realidad es más importante que la idea.
c. Tensión entre GLOBALIZACIÓN y LOCALIZACIÓN
Por último, el Papa se refiere a la tensión entre globalización y localización. Lo global entra en tensión con lo local. El último de los principios -el todo es superior a la parte- está vinculado a esta tensión.
Es preciso establecer que las tensiones bipolares no son dicotómicas, no son dilemas en los que uno debe optar por uno de los términos excluyendo al otro. No, no es así. Hay un orden de jerarquía entre los puntos pero uno no excluye al otro. Ambos coexisten.
A diferencia de las contradicciones, donde uno de los términos resulta excluido, en las tensiones bipolares se mantienen ambos y es posible la conciliación entre ellos.
Las tensiones bipolares deben ser resueltas pero no se trata, como a veces se suele creer, en una “síntesis” de tipo hegeliana. No. En el pensamiento de Bergoglio se anhela conseguir la unidad y la complementación de opuestos. Pero no se busca la absorción de una de las realidades en oposición por parte de la otra. Tampoco, como fue anticipado, la “síntesis” de ambas en un “pactismo” hegeliano. Resumiendo, el objetivo es la superación del conflicto en un plano superior, donde se mantengan virtuales las realidades en conflicto (Bergoglio, 2013:78).
Incluso en la solución, la tensión bipolar se mantiene. La tensión permanece, no se anula. Es necesaria la tensión polar entre opuestos. Esto es importante remarcarlo: la tensión es una tensión de oposición, pero no contradictoria. Tensión no es lo mismo que contradicción (Borghesi, 2021:144-145).
III. Aproximación a cada uno de los principios
Después de hacer un brevísimo resumen de las tres tensiones bipolares y los principios que derivan de ellas, se procederá a describir cada uno de los principios ciñéndonos estrictamente a lo apuntado por Francisco en Evangelii gaudium.
1° principio: El tiempo es superior al espacio (EG 222-225)
El “tiempo” es entendido aquí como expresión del horizonte y hace referencia a la plenitud. El límite, por su parte, se manifiesta en el “espacio” acotado en el que se vive un momento. Así las cosas, la tensión se verifica entre la coyuntura del momento y la luz del tiempo-horizonte-utopía. Vivimos, entonces, entre la plenitud del “tiempo” y los límites del momento, del “espacio”. En este punto el Papa anuncia su primer principio: el tiempo es superior al espacio (EG 222).
Este principio nos invita a otorgar prioridad al tiempo por sobre el espacio. Nos aconseja iniciar procesos más que ir por la búsqueda de poseer espacios. El tiempo debe regir los espacios y prepara el terreno para que fructifique. ¿Qué beneficios trae seguir este principio?
a. Trabajar a largo plazo, sin obsesionarse por resultados inmediatos.
b. Ayuda a soportar con paciencia situaciones difíciles y adversas y los cambios de planes que impone el dinamismo de la realidad.
c. Hace prevalecer las convicciones y la tenacidad.
d. Previene la tentación -tan común en la actividad sociopolítica- de privilegiar los “espacios” de poder en lugar de los “tiempos” de los procesos (EG 223).
e. Es particularmente favorable para la evangelización, toda vez que es una tarea destinada al largo plazo. Como enseñan las Sagradas Escrituras, la bondad del trigo se manifiesta con el tiempo y vence a los daños causados por la cizaña que ocupó espacios por acción del enemigo (EG 225 y Mt. 13, 24-30).
En sentido contrario, priorizar el espacio lleva a enloquecer, sufrir ansiedad y caer en la tentación de querer poseerlo todo e inmediatamente que produce un rédito político fácil y rápido pero efímero (EG 223-224).
2° principio: La unidad prevalece sobre el conflicto (EG 226-230)
El conflicto existe. El conflicto no puede ser ignorado o disimulado. En consecuencia, el conflicto debe ser asumido. Pero no corresponde quedar atrapado en esa coyuntura conflictiva porque se pierde perspectiva y sentido de la unidad profunda de la realidad (EG 226). Ante el conflicto se suelen tener las siguientes acciones:
1. Lo observan y siguen adelante sin hacer nada.
2. Se adentran en el conflicto y se pierden ahí. Quedan aprisionados. Hacen imposible la unidad.
3. Aceptan el conflicto. Lo sufren pero lo resuelven y lo transforman en un nuevo proceso.
El Papa Francisco indica que la tercera de las vías es la más adecuada manera de situarse ante el conflicto (EG 227). Para que esto llegue a buen puerto es necesario realizar esfuerzos para entablar un diálogo en el que haya comunión en las diferencias. Evidentemente no es tarea sencilla sentarse a resolver un conflicto con quien se tienen diferencias pero para construir la amistad social es indispensable que se ponga en práctica el principio que nos ocupa: la unidad es superior al conflicto. Explica el Papa que son grandes personas los que se animan a ir más allá de la superficie conflictiva y mirar a los demás en su dignidad más profunda. El principio está cimentado en una genuina solidaridad donde se busca que los conflictos, las tensiones y los opuestos den paso a una unidad plurifome. No se trata de llegar a un sincretismo ni a la absorción de uno en el otro, sino en la resolución en un plano superior que conserva en sí los aspectos valiosos de las polaridades en pugna (EG 228). Las enseñanzas evangélicas nos indican que Cristo unificó todo en sí (EG 229). En definitiva, es el Espíritu Santo el plano superior donde se realiza la unidad. La unidad del Espíritu armoniza todas las diversidades. Supera cualquier conflicto en una nueva síntesis (EG 230).
3°principio: La realidad es más importante que la idea (EG 231-233)
También se verifica una tensión bipolar entre la realidad y la idea. Francisco expresa que mientras que la realidad simplemente es, la idea se elabora. Propugna que haya un diálogo constante entre ambas para evitar que la idea termine separándose de la realidad. Toda vez que es peligroso vivir en el ámbito de la idea pura es preciso postular un tercer principio: la realidad es superior a la idea.
Francisco enuncia algunos ejemplos de actitudes ideologizadas (separan las ideas de la realidad) donde la realidad es ocultada:
a. purismos angélicos.
b. totalitarismos de lo relativo.
c. proyectos simplemente formales.
d. fundamentalismos ahistóricos.
e. eticismos sin bondad.
f. intelectualismos sin sabiduría (EG 231).
Asimismo, manifiesta que las elaboraciones conceptuales están para comprender la realidad. Si la idea se desconecta de la realidad, se cae en idealismos y nominalismos ineficaces por no tener capacidad para convocar. Solo convoca la realidad. Iluminada por el razonamiento pero es la realidad finalmente la que convoca. Por el camino de las ideas puras y/o ideas ajenas a la propia realidad se está destinado a fracasar.
Los conceptos aislados de la realidad manipulan la verdad. Es como querer suplantar los resultados de la gimnasia por la cosmética, dice el Papa citando la célebre referencia del Gorgias de Platón (EG 232).
El principio tiene aplicación esencial en el tema de la evangelización. El cristianismo no es un pensamiento desconectado de la realidad. Jesucristo es la palabra encarnada. La Iglesia ha llevado la Palabra de Dios a los pueblos del mundo a través de diferentes procesos de inculturación. A su vez, el criterio adoptado impulsa a poner en práctica la Palabra y a realizar obras de justicia y caridad (EG 233).
4°principio: El todo es superior a la parte (EG 234-237)
Aquí la tensión se produce entre la globalización y la localización. Es preciso valorar lo local y lo universal pero cuidando no caer en los extremos. No hay que perderse en lo abstracto y globalizante, pero tampoco en la mezquindad localista y ermitaña. El Papa manifiesta que hay valorar las raíces y la historia de cada pueblo pero teniendo una mirada abierta a lo universal. Lo local y lo mundial deben ser atendidos sin volcarse a ninguno de los polos (EG 234).
El principio que se deriva de la presente tensión es: el todo es superior a la parte. Es decir, el todo es más que la parte, y también es más que la mera suma de ellas. De este precepto emana la necesidad de no obsesionarse por las cuestiones particulares, sino que lo aconsejable es ampliar la visión hacia el bien común. Pero tampoco se pregona olvidar lo propio. Se debe conservar la identidad pero tendiendo hacia la integración en una comunidad. En definitiva, se procura encontrar una armonía entre lo personal y lo comunitario. No caer en la esfera global que anula ni en la parcialidad aislada que esteriliza (EG 235). Aquí el principio se vincula con otra concepción central del pensamiento de Bergoglio: el poliedro, al que contrapone a la esfera.
Características de la esfera:
a. no es superior a las partes.
b. cada punto es equidistante del centro
c. no hay diferencias entre unos y otros.
Características del poliedro:
a. es superior a las partes.
b. refleja la confluencia de todas las parcialidades.
c. las partes conservan su originalidad.
El Papa apunta que el modelo no es la esfera sino el poliedro. Cada parte puede aportar algo a ese todo poliédrico. Esto se emplea tanto en la acción pastoral como en la actividad política de cada comunidad. Pero también se aplica a nivel mundial. Cada uno de los pueblos -conservando su propia peculiaridad- contribuye al bien común universal (EG 236). Por último, también incumbe a la evangelización. La Buena Noticia debe llegar a todos, a cada una de las personas (EG 237).
El origen de los principios: discurso de 1975 en el Colegio del Salvador
En 1975 tenemos el primer registro en el que aparecen referidos en totalidad los cuatro principios. Sin embargo no podemos asegurar que sea efectivamente la primera vez que Jorge Bergoglio los haya mencionado. Fue en el marco de la conmemoración de la fiesta patria del 25 de mayo que se llevó a cabo en el patio del Sagrado Corazón del Colegio del Salvador de la ciudad de Buenos Aires.
El Provincial de los Jesuitas (Bergoglio, 1975) comienza su alocución resaltando las figuras históricas de Artigas, Güemes y San Martín. Luego afirma que el pueblo argentino puede presentar un proyecto basado en la justicia para contraponerse a las intenciones ideológicas de liberales y marxistas porque tiene una conciencia superior que ha heredado gracias a la misión que efectúo España en nuestras tierras; Bergoglio reivindica el mestizaje y la evangelización.
Hacia el final del discurso aparecen explícitamente mencionados los cuatro principios. Expresa a docentes y alumnos reunidos en el colegio jesuita de Buenos Aires que como cristianos se debe tener vocación de paz y justicia y como argentinos se deben posponer los mezquinos intereses ante el superior interés de la Patria. En ese contexto, indica que la sabiduría peculiar del pueblo argentino “vive de cuatro principios profundamente cristianos que son el eje de su vida y de sus instituciones: el todo es superior a la parte, la unidad es superior al conflicto, la realidad es superior a la idea, el tiempo es superior al espacio”. Es particularmente relevante que los caracterice como “cristianos” a los principios, cobrando fuerza, de ese modo, la sentencia formulada 38 años después -ya siendo Papa-, acerca de que derivan de los postulados de la Doctrina Social de la Iglesia (EG 221).
Los 4 principios y la actualización de la Doctrina Social de la Iglesia
Los 4 principios no solo derivan de la Doctrina Social de la Iglesia, sino que forman parte de la actualización de ella realizada por el Papa Francisco. A continuación, repasaremos su inclusión en las dos encíclicas sociales que dictó Bergoglio como Obispo de Roma.
2015: Laudato si’
En la primera encíclica social el Papa Francisco hace referencias explícitas a los cuatro principios. Se procederá a mencionar cada una de ellas siguiendo el orden de Evangelii gaudium.
1. El tiempo es superior al espacio (LS 178)
En el quinto capítulo Francisco indica unas líneas de orientación y acción. Dentro del mismo hay un apartado que invita a un diálogo hacia nuevas políticas nacionales y locales. Allí el Papa crítica fuertemente al “inmediatismo político”, al que califica como una drama basado en los “intereses electorales” y la obsesión por ocupar de espacios de poder hace perder el rumbo del bien común, que es la auténtica finalidad de la política. En ese contexto es señalado el principio mencionado:
Se olvida así que ‘el tiempo es superior al espacio’, que siempre somos más fecundos cuando nos preocupamos por generar procesos más que por dominar espacios de poder. La grandeza política se muestra cuando, en momentos difíciles, se obra por grandes principios y pensando en el bien común a largo plazo. Al poder político le cuesta mucho asumir este deber en un proyecto de nación (LS 178)
2. La unidad prevalece sobre el conflicto (LS 198)
Al final del mismo capítulo aparece otro de los principios. Pero esta vez en el apartado dedicado al diálogo entre la política y la economía. El Papa manifiesta que estas dos actividades suelen culparse mutuamente por la pobreza o la degradación ambiental. Entiende que lo aconsejable es que acepten sus propios errores y encuentren formas de interacción orientadas al bien común, liberándose de las tentaciones de cada ámbito. El pecado de la política es obsesionarse sólo por conservar o acrecentar poder. Desesperarse sólo por el rédito económico es el de la actividad económica. Entonces el Papa convoca a forjar el bien común y recuerda el principio que dice que “la unidad es superior al conflicto” (LS 198).
3. La realidad es superior a la idea (LS 110 y 201)
Este principio aparece en dos oportunidades en Laudato Si’. La primera mención se da en el marco del tercer capítulo que trata sobre la raíz humana de la crisis ecológica. Específicamente se refiere al principio en el apartado relativo a la “globalización del paradigma tecnocrático”. Para Francisco la principal causa del daño ambiental es el dominio del paradigma tecnocrático. A su vez, explica que la fragmentación de los saberes científicos lleva a perder el sentido de la totalidad y la mirada integral necesaria para encontrar soluciones. Afirma que es un error que la vida pase a estar condicionada exclusivamente por la técnica, que es ajena a otros necesarios conocimientos. Asevera que la multiplicación de los problemas que sufre el mundo muestra una vez más que “la realidad es superior a la idea” (LS 110).
El principio es mencionado por segunda vez en el quinto capítulo, el mismo donde había asentado los dos principios anteriormente recordados. Lo hace en la sección que trata sobre el diálogo entre las religiones y las ciencias. En parte retoma lo que se había señalado en el párrafo anterior. Indica que la gravedad de la crisis ecológica exige que las diferentes religiones y los distintos saberes científicos se unan a pensar en el bien común, recordando siempre que “la realidad es superior a la idea” (LS 201).
4. El todo es superior a la parte (LS 141)
Este principio es citado al inicio del capítulo cuarto Una ecología integral. La referencia que hace es en buena medida es concordante con la del principio anterior en tanto que manifiesta Francisco que es preciso unificar saberes para obtener una mirada más amplia, integral e integradora. Esa necesidad de interacción es lo que lleva al Papa a ratificar que “el todo es superior a la parte” (LS 141).
2020: Fratelli tutti
Hacia finales del siglo XIX, en pleno auge y expansión del sistema capitalista, la Iglesia Católica entendió que debía alzar su voz y exponer su mirada sobre ese nuevo fenómeno. De esa necesidad surgió la encíclica Rerum novarum (1891) que dio nacimiento a la Doctrina Social de la Iglesia. El cambio operado en las relaciones mutuas entre patronos y obreros, como consecuencia de la instauración del capitalismo, estaba generando profundas injusticias sociales. Asimismo, había provocado la acumulación de las riquezas en manos de unos pocos y la pobreza de la inmensa mayoría. Ante esta situación, proliferaban respuestas que la Iglesia consideraba erróneas. El socialismo incitaba a la lucha de clases y a la discordia social. Había un problema pero se proponía una mala solución. El socialismo era una inadecuada e injusta respuesta ante los abusos del capitalismo. Ante ello, León XIII superó esa falsa dicotomía con la publicación de la Rerum novarum. La Doctrina Social Cristiana es presentada allí como la solución correcta al problema del sistema capitalista.
Hace décadas el mundo sufre los efectos de una globalización igualmente injusta. Se ha acrecentado en los últimos años la oposición ante los devastadores efectos de este proceso. La Iglesia Católica ya desde los años ’90 viene advirtiendo sobre este flagelo. Los antecesores de Francisco, Juan Pablo II y Benedicto XVI, condenaron en reiteradas oportunidades la globalización neoliberal y el capitalismo salvaje y la cultura de la muerte, que crecieron a su amparo.
Esta línea es ratificada por el Papa Francisco en esta nueva encíclica social, que viene a ser una nueva actualización de la doctrina surgida en 1891. En este nuevo documento, el Papa Francisco rechaza con vehemencia el individualismo durante todo el documento. Critica la teoría neoliberal del “derrame” que no resuelve los problemas sociales. Del mismo modo, asegura que pensar que el “mercado” resuelve todo es un pensamiento pobre y repetitivo (FT 168).
Objeta, además, la subordinación de la política a la economía y a las finanzas. De ese modo, explica, la política se vuelve cada vez más frágil frente a los poderes económicos transnacionales. “El siglo XXI ‘es escenario de un debilitamiento de poder de los Estados nacionales, sobre todo porque la dimensión económico-financiera, de características transnacionales, tiende a predominar sobre la política’” (FT 172). Se muestra contrario al avance del globalismo que pretende imponer un modelo cultural único, que divide a las personas y a las naciones y debilita la dimensión comunitaria de la existencia (FT 12). Advierte sobre la penetración cultural de una especie de “deconstruccionismo”, donde la libertad humana pretende construirlo todo desde cero y se aspira a borrar la conciencia histórica (FT 13). No duda en calificarlas de nuevas formas de colonización cultural (FT 14).
Pero la novedad de la última encíclica de Francisco es que cuestiona y advierte sobre los malos remedios que se están proponiendo para enfrentar al dañino globalismo. Es decir, la globalización es perjudicial para la humanidad, pero también lo es el soberanismo xenófobo que pretende combatirla. El soberanismo es una respuesta equivocada al globalismo como el comunismo lo era al capitalismo y del mismo modo, que la Rerum Novarum superó el falso dilema de Capitalismo o Comunismo, Fratelli tutti, deja de lado la falsa dicotomía de Globalismo o Soberanismo y postula la fraternidad y la amistad social universales.
En el mismo título elegido por el Papa –Fratelli tutti– tomado de un texto escrito por san Francisco de Asís y en las primeras palabras de la carta, se promueve un amor que vaya más allá de las barreras de la geografía y del espacio y más allá del lugar del universo donde se haya nacido o donde se habite (FT 1). Todo lo cual evidencia una clara diferenciación con respecto al soberanismo xenófobo y anti cristiano que cunde en el mundo y especialmente en Europa.
En esta segunda encíclica social Francisco volvió a mencionar algunos de sus cuatro principios. Dos son referidos en forma explícita y los restantes lo son implícitamente.
La unidad es superior al conflicto (FT 245)
En el capítulo séptimo Caminos de reencuentro aparece en forma explícita este principio. En el apartado dedicado a la verdadera superación, el Papa recuerda que reiteradas veces ha propuesto que “la unidad es superior al conflicto” (FT 245). Explica que ese principio es indispensable para construir la amistad social. Lo hace citando a Evangelii gaudium: “No es apostar por un sincretismo ni por la absorción de uno en el otro, sino por la resolución en un plano superior que conserva en sí las virtualidades valiosas de las polaridades en pugna” (EG 228). Asimismo, agrega, que cuando se aprende a apuntar a algo más allá de los intereses particulares, la comprensión y el compromiso mutuo se transforman y es posible alcanzar una unidad multiforme donde en ámbitos de conflicto, tensiones e incluso entre opuestos (FT 245).
El todo es superior a la parte (FT 145 y 215)
Este principio está mencionado en forma explícita y en dos ocasiones a lo largo de la encíclica. Antes que nada es preciso recordar que el principio se enmarca dentro de la tensión entre globalización y localización.
La primera referencia se produce en el apartado dedicado a El sabor local incluido en el capítulo cuarto Un corazón abierto al mundo entero. Francisco apunta que hay una falsa apertura a lo universal que tiende a despreciar lo propio de cada comunidad. Está bien tener una mirada amplia hacia un bien mayor pero es un grave error caer en el extremo de perder todo sentido de patria. Hay que abrirse al mundo pero sin perder el arraigo en lo local y sin olvidar la historia nacional, que es un don de Dios. Allí mismo el Papa vuelve a indicar que lo aconsejable no es ni perderse en la esfera global que anula ni en la parcialidad aislada que esteriliza. Invita a seguir el camino del poliedro, donde cada uno es respetado en su valor, el todo es más que la parte y también es más que la mera suma de ellas (EG 235 y FT 145).
La segunda alusión al principio se encuentra en la sección Una nueva cultura dentro del capítulo sexto dedicado al Diálogo y amistad social. En un nuevo llamado a impulsar la cultura del encuentro el Papa afirma que su objetivo es conformar ese poliedro que tiene muchas facetas pero todos formando una unidad cargada de matices ya que “el todo es superior a la parte” (FT 215).
El tiempo es superior al espacio (FT 195-196)
El Papa reitera en el quinto capítulo La mejor política que la finalidad de la actividad política es el bien común. En rigor de verdad el principio no se encuentra mencionado explícitamente pero sí está el espíritu del precepto bergogliano. Francisco indica que “una gran nobleza es ser capaz de desatar procesos cuyos frutos serán recogidos por otros, con la esperanza puesta en las fuerzas secretas del bien que se siembra (FT 196). La “buena política” se diferencia de quienes sólo la entienden como una mera búsqueda de poder (FT 195).
La realidad es superior a la idea
Este principio no aparece en forma explícita en el texto aunque sí existen párrafos en donde se reivindica el espíritu del precepto.
Con esto concluimos este somero análisis de los cuatro principios expuestos durante décadas por Jorge Bergoglio y la vinculación que los une a la Doctrina Social de la Iglesia.
[1] Es altamente significativo lo que expresa Francisco aquí. Porque hace derivar sus cuatro principios de los postulados de la Doctrina Social de la Iglesia (DSI). Es cierto, como acota Scannone (2021:256), que no explicita cómo se daría esa vinculación, pero se puede encontrar una íntima ligazón. Por ejemplo, los principios de armonización social de la DSI se encuentran en estrecho contacto con los principios que privilegian la unidad al conflicto y el todo a las partes. También la DSI tiene una mirada realista e integral de los asuntos sociales. Más adelante veremos que, ya en 1975, Bergoglio señalaba que los cuatro principios tenían fundamentación cristiana.
[2] Aquí vale hacer una aclaración. Como anota correctamente Scannone (2021:261), en rigor de verdad, en Evangelii gaudium el principiode la unidad prevalece sobre el conflicto no aparece relacionado explícitamente con la polaridad plenitud-límite, pero sí se perciben ecos de esa vinculación cuando se refiere a la “coyuntura conflictiva” (EG 226). A su vez, en el discurso ante la Pastoral Social de 2010, el Cardenal Bergoglio sí conectó esa primera tensión bipolar con los dos primeros principios y por ello hemos decidido incluirlos de ese modo.
Imagen de portada. Fuente: www.latimes.com
Bibliografía
BERGOGLIO, Jorge Mario (1975). Discurso en el Colegio del Salvador. Inédito.
BERGOGLIO, Jorge Mario (2014). Nosotros como ciudadanos, nosotros como pueblo. Hacia un bicentenario en justicia y solidaridad. 2010-2016. Buenos Aires: Claretiana.
BORGHESI, Massimo (2021). Jorge Mario Bergoglio. Una biografía intelectual. Dialéctica y mística. Salta: Universidad Católica de Salta.
Papa Francisco (2013). Lumen fidei.
Papa Francisco (2013). Evangelii gaudium.
Papa Francisco (2015). Laudato si´.
Papa Francisco (2020). Fratelli tutti.
SCANNONE, Juan Carlos (2021). La teología del pueblo. Raíces teológicas del papa Francisco. Buenos Aires: Salterrae.
