Introducción
El presente trabajo se propone analizar el hispanoamericanismo en el discurso que Juan Domingo Perón pronunció el 12 de octubre de 1947 en la Academia Argentina de Letras con motivo del Día de la Raza y en conmemoración del cuarto centenario del nacimiento de Miguel de Cervantes Saavedra. En este discurso, Perón rinde homenaje a España y una defensa de los valores espirituales y culturales compartidos entre los pueblos hispanoamericanos, reivindicando esta herencia cultural y reafirmando la pertenencia de Argentina a una comunidad cultural hispanoamericana.
Siguiendo a Sepúlveda (2005), el hispanoamericanismo surgió en España como una respuesta a la crisis nacional provocada por la derrota en la Guerra Hispano-Cubano-Estadounidense de 1898, con el objetivo de reafirmar la identidad española mediante el fortalecimiento del vínculo cultural con América Latina. Este movimiento promovía una comunidad hispanoamericana fundamentada en la raza, la lengua y la religión, proyectando una identidad común entre España y América. América se idealizaba no solo como una extensión cultural de España, sino como un elemento clave para revitalizar el orgullo cultural y espiritual de la península. Durante las décadas de 1930 y 1940, el hispanoamericanismo evolucionó hacia una Hispanidad más espiritualista, impulsada por el régimen franquista.
En nuestra región, de acuerdo con Sepúlveda (2005), la recepción del hispanoamericanismo se caracterizó por un sentimiento de solidaridad y una identidad compartida con España, especialmente después de 1898, cuando Estados Unidos comenzó a ser visto como una amenaza. El vínculo cultural se fortaleció a través de celebraciones como el Día de la Raza, que resaltaba una herencia compartida en oposición a la creciente influencia estadounidense. Campañas culturales promovidas desde España y América Latina buscaban consolidar una comunidad hispanoamericana para reivindicar sus raíces hispánicas como forma de resistir la hegemonía anglosajona.
En esta línea de continuidad, el discurso de Perón se inserta en esta tradición al apelar a la “madre patria” y destacar la unidad hispanoamericana, reafirmando la filiación histórica y cultural con España. En el presente texto se propone analizar la construcción de una identidad hispanoamericana en el discurso de Perón y examinar sus críticas a la leyenda negra, identificando los recursos propios de la rectificación de esta perspectiva, que presenta la conquista y colonización de América en términos negativos. El trabajo se estructura en dos apartados: el primero examina cómo, en el discurso de Perón, el legado español se consolida como núcleo de una pertenencia común; el segundo aborda sus críticas a la Leyenda Negra e identifica los recursos de rectificación que su discurso adopta.
Identidad hispanoamericana
Desde el inicio, el discurso de Perón plantea una oposición fundamental entre el espiritualismo heredado de España y el materialismo que identifica en otras culturas. En este sentido, afirma: “Al impulso ciego de la fuerza, el impulso frío del dinero, la Argentina, heredera de la espiritualidad hispánica, opone la supremacía vivificante del espíritu” (2021, p.12). De este modo, recupera la oposición entre espiritualismo y materialismo, situando a Argentina como heredera, a través de España, de una tradición espiritualista.
Más adelante, Perón continúa: “A través de la figura y obra de Cervantes, va el homenaje argentino a la Patria Madre, fecunda, civilizadora, eterna, y a todos los pueblos que han salido de su maternal regazo” (2021, p.13). En esta línea, la figura de España se presenta no solo como símbolo de origen, sino también como un pilar de la unidad para los pueblos de América Latina. En esta parte, emplea el recurso de presentar a España como la civilizadora de América, destacando además la hermandad que esta influencia forjó entre los países latinoamericanos.
De este modo, el discurso apela a la figura de España para reafirmar el vínculo cultural con los países americanos, estableciendo una comunidad cultural compartida que nos distingue del resto del mundo. Al incorporar a España en esta comunidad, el hispanoamericanismo promovía una idea de unidad cultural transnacional basada en el idioma, la religión, la historia y las costumbres. En este sentido, España se reafirma como la “madre patria”, un símbolo de origen y cohesión para las repúblicas hispanoamericanas, que reconocen en ella la fuente de identidad que sostiene un vínculo cultural y afectivo entre los pueblos (Sepúlveda, 2005, p.13).
Perón reitera estas ideas utilizando el término “madre” para referirse a España, presentándola como el origen y fundamento de la identidad hispanoamericana, y situando a los países de la región en un espacio cultural común y de filiación con España. Esta comunidad no se define solo por un pasado compartido, sino también por una “continuidad histórica” que encuentra en el Quijote una representación de sus valores más profundos. Recordar a Cervantes es, en palabras de Perón:
Reverenciar a la madre España; es sentirse más unidos que nunca a los demás pueblos que descienden legítimamente de tan noble tronco; es afirmar la existencia de una comunidad cultural hispanoamericana de la que somos parte y de una continuidad histórica que tiene en la raza su expresión objetiva más digna, y en el Quijote la manifestación viva y perenne de sus ideales, de sus virtudes y de su cultura (2021, p.13).
En este contexto, el discurso de Perón retoma el concepto de “raza” desde un sentido espiritualista, alejándose de la noción biológica dominante durante el positivismo. Sostiene que la “raza” representa una herencia de tradiciones, costumbres y valores compartidos que configuran y distinguen la identidad de la comunidad hispanoamericana frente a otras culturas, razas o influencias. Su discurso afirma una pertenencia a una comunidad de origen y destino, en este caso, la comunidad latina, que otorga una impronta identitaria particular frente a otras culturas como la sajona. La idea de “raza” se convierte en un rasgo que nos distingue de comunidades cuyas raíces identitarias son ajenas a la nuestra. En términos arielistas, esto marca una clara distinción respecto a la influencia de la civilización sajona. Expresa el mensaje:
Para nosotros, la raza no es un concepto biológico. Para todos nosotros es algo puramente espiritual. Constituye una suma de imponderables que hace que nosotros seamos lo que somos y nos impulsa a ser lo que debemos ser, por nuestro origen y nuestro destino. Ella es la que nos aparta de caer en el remedo de otras comunidades cuyas esencias son extrañas a la nuestra, pero a las que con cristiana caridad aspiramos a comprender y respetamos. Para nosotros, la raza constituye nuestro sello personal indefinible e inconfundible. Para nosotros los latinos, la raza es un estilo. Un estilo de vida que nos enseña a saber vivir practicando el bien y saber morir con dignidad. (2021, p.14)
El discurso refuerza posteriormente la idea de que somos herederos de la cultura latina a través de la influencia española, estableciendo una filiación directa con la cultura hispánica que, a su vez, nos integra dentro de la tradición cultural occidental. Perón señala cómo “la historia, la religión y el idioma nos sitúan en el mapa de la cultura occidental y latina, a través de su vertiente hispánica, en la que el heroísmo y la nobleza, al ascetismo y la espiritualidad, alcanzan sus más sublimes proporciones” (2021, p.19).
El discurso latinista surge en Europa a partir de la oposición entre los pueblos romanizados, como los españoles y franceses, y los pueblos sajones, considerados bárbaros (Maíz, 2003, p. 238). Esta dicotomía fue retomada en América en respuesta a la amenaza de Estados Unidos durante su expansión a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, una percepción consolidada luego de la Guerra Hispano-Cubano-Estadounidense de 1898, que consolidó la imagen a Estados Unidos como un poder materialista y opuesto a la identidad cultural latina. Colombi (2004) destaca que esta visión de lo “latino” en contraste con un Estados Unidos caracterizado como bárbaro y materialista se condensó en las figuras de Calibán y Ariel. Rodó, en Ariel, encarnó esta lucha entre lo sajón y lo latino mediante estos símbolos (Becerra, 1999, p. 105), y discursos hispanoamericanos como el de Manuel Ugarte adaptaron esta tensión para construir una identidad hispanoamericana que defendiera lo propio y singular de América.
Este reconocimiento de la herencia hispánica encuentra una expresión formal en la celebración del Día de la Raza, adoptado como conmemoración nacional en América Latina el 12 de octubre. Instituido durante el Centenario y en un período posterior a la Guerra Hispano-Cubano-Estadounidense, este día buscaba reafirmar los lazos culturales entre América y España y promover una revalorización de su historia y cultura compartidas, especialmente frente a la creciente influencia de Estados Unidos y su hegemonía en la región. La conmemoración proyectaba una “raza” o cultura compartida y una identidad iberoamericana común en oposición a la influencia anglosajona (Sepúlveda, 2005, p.73). En su discurso, Perón cita el decreto que instituye el Día de la Raza en Argentina, resaltando el sentido de filiación cultural entre América y España y el reconocimiento de la herencia cultural hispánica en el continente. Al respecto, expresa:
El Día de la Raza, instituido por el presidente Yrigoyen, perpetúa en magníficos términos el sentido de esta filiación. La España descubridora y conquistadora -dice el decreto-, volcó sobre el continente enigmático y magnífico el valor de sus guerreros, el denuedo de sus exploradores, la fe de sus sacerdotes, el preceptismo de sus sabios, las labores de sus menestrales; y con la aleación de todos estos factores, obró el milagro de conquistar para la civilización la inmensa heredad en que hoy florecen las naciones a las cuales han dado, con levadura de su sangre y con la armonía de su lengua, una herencia inmortal que debemos afirmar y mantener con jubiloso reconocimiento. (2021, p.19)
El discurso utiliza el término “América española”, buscando posicionar a España como fuente de cultura, comunidad cultural y vehículo de la civilización latina. En este contexto, el discurso de Perón cita al español Menéndez Pelayo, miembro de la generación del 98 y promotor del hispanoamericanismo, para reivindicar estos vínculos históricos y culturales entre América y España:
Si la América española olvidara la tradición que enriquece su alma, rompiera sus vínculos con la latinidad, se evadiera del cuadro humanista que le demarca el catolicismo y negara a España, quedaría instantáneamente baldía de coherencia y sus ideas carecerían de validez. Ya lo dijo Menéndez y Pelayo, “Donde no se conserva piadosamente la herencia del pasado, pobre o rica, grande o pequeña, no esperemos que brote un pensamiento original, ni una idea dominadora. Y situado en las antípodas de su pensamiento, Renán afirmó que “el verdadero hombre de progreso es el que tiene los pies enraizados en el pasado”. (2021, p.19)
Según Perón, la acción de los conquistadores españoles transmitió una herencia cultural que dio lugar a una comunidad de ideas, valores y creencias que deben ser valoradas y protegidas frente a influencias culturales externas. Con esta afirmación, alude a la clásica oposición arielista entre la cultura sajona y la latina: “El sentido misional de la cultura hispánica, que catequistas y guerreros introdujeron en la geografía espiritual del Nuevo Mundo, es valor incorporado y absorbido por nuestra cultura, lo que ha suscitado una comunidad de ideas e ideales, valores y creencias, a la que debemos preservar de cuantos elementos exóticos pretendan mancillarla” (2021, p.20).
Para ilustrar lo que entiende como los valores espirituales y heroicos ligados a la raza, Perón recurre al Quijote, símbolo de idealismo, sacrificio y espiritualidad, cualidades que considera expresiones de la identidad hispanoamericana. Según Perón, esta imagen une a Argentina con España y refuerza un compromiso con el idealismo compartido: “Precisamente esa oposición, esa contraposición entre materialismo y espiritualidad, constituye la esencia del Quijote. O más propiamente representa la exaltación del idealismo, refrenado por la realidad del sentido común” (2021, p.20).
Perón destaca los profundos lazos culturales que unen a los pueblos hispanoamericanos, entre ellos el idioma, la religión, la cultura y la historia. Considera que estos vínculos representan un legado común que fundamenta una identidad y unidad que trascienden las fronteras nacionales. En su discurso, Perón llama a defender esta identidad frente a las influencias extranjeras y a fortalecerla mediante una auténtica unión hispanoamericana:
Los pueblos de la Hispanidad también construimos una unidad y también vivimos dominados por la pasión patriótica. Tenemos mucho en común que defender: unidad de origen, unidad de cultura y unidad de destino. Vivimos hermanados por vínculos de idioma, de religión, de cultura y de historia. Estas identidades deben impulsarnos a una empresa universal que, desbordando los límites geográficos aislados, integre la verdadera unidad espiritual de los pueblos hispanos. (2021, p.29)
En lo expuesto hasta aquí, se observa cómo, al retomar la figura de España, el concepto cultural de raza y el símbolo del Quijote, el discurso de Perón integra elementos del hispanoamericanismo, reforzando una argumentación que une culturalmente a las naciones hispanoamericanas. Así, el discurso configura una identidad compartida y revaloriza a España como referente identitario que conecta a América con la cultura occidental, latina e hispanoamericana. En este sentido, destaca una unidad de origen y destino e invita a fortalecer la cohesión regional en torno a una pertenencia cultural compartida, entendida como una “raza” o cultura común que resiste frente a la influencia de culturas externas.
Elementos de la rectificación de la Leyenda Negra
Siguiendo a Sepúlveda (2005), la Leyenda negra se enfocó en criticar la conquista y colonización, condenando la explotación a la que fueron sometidos los pueblos indígenas. Esta visión presentaba a los conquistadores como brutales saqueadores, mientras que los indígenas aparecían como víctimas indefensas de un sistema esclavista. Bartolomé de las Casas, con su obra Brevísima relación de la destrucción de las Indias (1552), es considerado clave en la construcción de esta perspectiva. Aunque su intención era defender a los pueblos indígenas y mejorar su trato, su obra fue utilizada por potencias europeas rivales de España como propaganda anti española, moldeando la visión europea y americana de la colonización.
Siguiendo también a Sepúlveda (2005), autores españoles como Rafael María de Labra, Julián Juderías y Marcelino Menéndez Pelayo se dedicaron a rectificar las representaciones negativas de España y su papel en América, revisando los siglos coloniales con el propósito de recuperar la idea de una comunidad hispanoamericana fundada en la conquista y colonización. En esta revisión, destacaron el papel de las Leyes de Indias y la evangelización como argumentos para ofrecer una visión positiva de la colonización, afirmando que se trató de un proyecto civilizador y religioso que contribuyó al desarrollo cultural y al crecimiento del mundo cristiano en América.
Los hispanoamericanistas españoles refutaron la imagen de España como potencia oscurantista y explotadora y, en su lugar, presentaron la colonización como un fenómeno civilizador. Aunque reconocían las dificultades para implementar de forma efectiva las Leyes de Indias, enfatizaron que estos marcos legales reflejaban la voluntad de la Corona de proteger a los pueblos indígenas. Para ellos, los abusos y la violencia surgidos durante la colonización respondían a la debilidad humana más que a una política deliberada de la Corona. Así, elevaron a los conquistadores al nivel de héroes y destacaron el rol central de la Iglesia católica en la evangelización.
En esta misma línea de rectificación, el discurso de Perón recupera recursos argumentativos para contrarrestar la Leyenda Negra y expone lo que él percibe como los verdaderos objetivos de esta perspectiva. En lugar de condenar la acción de España en América, Perón destaca su valor, calificando la obra civilizadora en el continente como el mayor símbolo de orgullo o distinción de la “raza” —o cultura, como ya se ha señalado—, y considerándola un acto sin precedentes en la historia de la humanidad. Además, resalta los sacrificios y heroísmos que esta empresa implicó: “Su obra civilizadora cumplida en tierras de América no tiene parangón en la Historia. Es única en el mundo. Constituye el más calificado blasón y es la mejor ejecutoria de la raza, porque toda la obra civilizadora es un rosario de heroísmos, de sacrificios y de ejemplares renunciamientos” (2021, p.14).
El discurso destaca el carácter misional de la colonización en América, presentándola no como una mera búsqueda de riquezas, sino como parte de la misión evangelizadora impulsada por la Corona española. En este sentido, se presenta a la conquista como una labor destinada a la dignificación del indígena y su integración en la fe cristiana:
Su empresa tuvo el signo de una auténtica misión. Ella no vino a las Indias ávida de ganancias y dispuesta a volver la espalda y marcharse una vez exprimido y saboreado el fruto. Llegaba para que fuera cumplida y hermosa realidad el mandato póstumo de la reina Isabel de “atraer a los pueblos de Indias y convertirlos al servicio de Dios”. Traía para ellos la buena nueva de la verdad revelada, expresada en el idioma más hermoso de la tierra. Venia para que esos pueblos se organizaran bajo el imperio del derecho y vivieran pacíficamente. No aspiraban a destruir al indio sino a ganarlo para la fe y dignificarlo como ser humano (2021, p.15).
La caracterización de la figura del conquistador español también se puede identificar como otro recurso utilizado a favor de España en el discurso de Perón. Este presenta a los conquistadores como héroes de gran voluntad, capaces de enfrentar lo desconocido y superar adversidades. Los describe como personas excepcionales, que se imponen sobre las dificultades del terreno y el clima, guiadas por una firme convicción en su misión. Esta caracterización del conquistador busca contrarrestar la imagen de brutales explotadores, mostrándolos como protagonistas de una misión civilizadora:
Era un puñado de héroes, de soñadores desbordantes de fe. Venían a enfrentar a lo desconocido, a luchar en un mundo lleno de peligros, donde la muerte aguardaba el paso del conquistador en el escenario de una tierra inmensa, misteriosa, ignorada y hostil.
Nada lo detuvo en su empresa; ni la sed, ni el hambre, ni las epidemias que asolaban sus huestes; ni el desierto con su monótono desamparo, ni la montaña que les cerraba el paso, ni la selva con sus miles de especies de oscuras y desconocidas muertes. A todo eso se sobrepusieron.Y es ahí, precisamente, en los momentos más difíciles, en lo que se ve más grandes, más serenamente dueños de sí mismos, más conscientes de su destino, porque en ellos parecía haberse hecho alma y figura la verdad irrefutable de que “es el fuerte el que crea los acontecimientos y el débil el que sufre la suerte que le impone el destino”. Pero en los conquistadores pareciera que el destino era trazarlo por el impulso de su férrea voluntad. (2021, p.15)
El discurso de Perón considera la Leyenda Negra como una campaña de propaganda anti-española promovida por las potencias rivales para desprestigiar lo que él entiende como el valioso aporte de España a la historia de la humanidad. Según el discurso, la empresa española fue juzgada injustamente, convirtiéndose en objeto de difamaciones ampliamente difundidas:
Como no podía ocurrir de otra manera, su empresa fue desprestigiada por sus enemigos, y su epopeya objeto de escarnio, pasto de la intriga y blanco de la calumnia, juzgándose con criterio de mercaderes lo que había sido una empresa de héroes Todas las armas fueron probadas: se recurrió a giverso cuanto se había hecho, se tejió en torno suyo una leyenda plagada de infundios y se la propaló a los cuatro vientos. (2021, p.16)
A continuación, el discurso señala que el propósito de la Leyenda Negra es proyectar una representación negativa de la cultura española, una visión que, según Perón, es falsa y ya ha sido rectificada. Este enfoque busca debilitar la percepción positiva de la identidad hispanoamericana que une a los países del continente en una comunidad cultural de origen y destino compartido:
Y todo, con un propósito avieso. Porque la difusión de la leyenda negra, que ha pulverizado la crítica histórica seria y desapasionada, interesada doblemente a los aprovechados detractores. Por una parte, les servía para echar un baldón a la cultura heredada por la comunidad de los pueblos hermanos que constituimos Hispanoamérica. (2021, p.16)
En la siguiente cita, el discurso de Perón enfatiza cómo la Leyenda Negra no solo busca desprestigiar la cultura hispanoamericana, sino también fomentar en los pueblos de América Latina un sentimiento de “inferioridad espiritual” que facilite los objetivos imperialistas. Este complejo de inferioridad es promovido, siguiendo a Peron, por intereses extranjeros, que difunden la idea de que los latinoamericanos son incapaces de manejar su economía, justificando así tutelas y dominaciones bajo el argumento de una supuesta incapacidad inherente. Perón denuncia esta perspectiva como una afrenta a la dignidad y soberanía de los pueblos latinoamericanos, ya que refuerza la subordinación económica y cultural al imperialismo:
Por la otra procuraba fomentar así en nosotros, una inferioridad espiritual propicia a sus fines imperialistas, cuyos asalariados y encumbradísimos voceros repetían, por encargo, el ominoso estribillo cuya remunerada difusión corría por cuenta de los llamados órganos de la información nacional. Este estribillo ha sido el de nuestra incapacidad para manejar nuestra economía e intereses, y la conveniencia de que nos dirigen administradores de otra cultura y de otra raza. Doble agravio que se nos infería: aparte de ser una mentira, era una indignidad y una ofensa a nuestro decoro de pueblos soberanos y libres. (2021, p.16)
De lo anterior se infiere que Perón interpreta la Leyenda Negra como un instrumento de colonización pedagógica. En consonancia con la afirmación de Pestanha y Bonforti (2014, p.143), quienes sostienen que el dominio económico se sostiene en un dominio cultural, esta interpretación sugiere que la dominación cultural refuerza la condición de semicolonia en los países latinoamericanos. Así, el discurso de Perón busca contrarrestar esa dominación cultural mediante la recuperación de lo que él considera el verdadero origen de la identidad argentina y latinoamericana, distorsionado, según su visión, por la Leyenda Negra.
El discurso de Perón utiliza otro recurso para rectificar la Leyenda Negra, presentando la obra de España en América como un aporte fundamental a la cultura occidental, cuyo legado civilizador, a pesar de los intentos de desprestigio, sigue siendo una contribución significativa a la cultura occidental. Esta visión de la conquista como una “empresa magnífica” contrarresta las interpretaciones de la Leyenda Negra que la presentan como un proceso destructivo de las civilizaciones americanas: “España, nuevo Prometeo, fue así amarrado durante siglos a la roca de la Historia. Pero lo que no se pudo hacer fue silenciar su obra, ni disminuir la magnitud de su empresa que ha quedado como magnífico aporte a la cultura occidental” (2021, p.16).
Más adelante, Perón destaca las Leyes de Indias como evidencia concreta de los valores de “ecuanimidad, sabiduría y justicia” que guiaron la colonización española. Estas leyes se presentan como prueba de que la colonización no fue exclusivamente violenta ni explotadora: “Allí están, como prueba fehaciente (…) allí sus leyes de Indias, modelo de ecuanimidad, sabiduría y justicia” (2021, p.16).
El discurso de Perón destaca la tarea civilizadora emprendida por España en América, resaltando sus contribuciones materiales, culturales y, en particular, el mestizaje. Según él, la mezcla de sangre española y americana dio origen a la unidad cultural de Hispanoamérica, que, si bien vincula a los pueblos de América con España, también los distingue de ella, constituyendo una renovación para la cultura occidental:
España levantó templos, edificó universidades, difundió la cultura, formó hombres, e hizo mucho más: fundió y confundió su sangre con América y signó a sus hijas con un sello que las hace, si bien distintas a la madre en su forma y apariencias, iguales a ella en su esencia y naturaleza. Incorporó a la suya la expresión de un aporte fuerte y desbordante de vida que remozaba a la cultura occidental con el ímpetu de una energía nueva. (2021, p.17)
Por último, Perón reconoce la humanidad de los conquistadores y justifica sus errores, atribuyéndolos a las limitaciones propias de su naturaleza humana. Argumenta que, aunque la misión parecía digna de dioses, fue llevada a cabo por hombres impulsados por su sentido de misión. De este modo, presenta la violencia de la conquista como una consecuencia de las limitaciones humanas, subordinada al propósito civilizador de la misión: “Y si bien hubo yerros, no olvidemos que esa empresa, cuyo cometido la antigüedad clásica hubiera discernido a los dioses, fue aquí cumplida por hombres, por un puñado de hombres que no eran dioses, aunque los impulsara, es cierto, el soplo divino de una fe que los hacía creados a imagen y semejanza de Dios” (2021, p.17).
En síntesis, el discurso de Perón utiliza una variedad de recursos para presentar una visión positiva de la conquista española en América, destacando su carácter de misión civilizadora. Resalta no solo los aportes materiales y culturales, sino también el mestizaje resultante de este proceso. Atribuye la violencia de la conquista a la naturaleza humana de los conquistadores, al mismo tiempo que exalta los valores que estos demostraron en su compromiso con la misión. Perón recupera el legado cultural, las Leyes de Indias y la labor educativa de España en América, describiendo la conquista como una “empresa magnífica”. Según su perspectiva, la Leyenda Negra no solo busca desprestigiar a España y su legado, sino que también pretende inculcar una sensación de inferioridad en los pueblos hispanoamericanos, justificando así la intervención extranjera y debilitando la identidad y la unidad cultural de la región.
Consideraciones finales
El discurso de Perón aborda los objetivos de la Leyenda Negra anti-española, la cual busca desprestigiar a España y su legado en América, y también inculcar una sensación de inferioridad en los pueblos hispanoamericanos y fomentar un rechazo hacia su propia cultura e historia. Según Perón, esta perspectiva oculta el aporte cultural español en América y justifica la intervención de potencias extranjeras, debilitando el sentido de unidad cultural de la región y erosionando la identidad hispanoamericana. En este marco, Perón interpreta la Leyenda Negra como una manifestación de la colonización pedagógica, y su discurso busca contrarrestarla al recuperar lo que considera el verdadero origen de la identidad argentina y latinoamericana, distorsionado por dicha leyenda.
Para contrarrestar esta perspectiva, Perón emplea múltiples recursos que alinean su discurso con una visión hispanoamericanista. En primer lugar, revaloriza la conquista española en América, proyectándola como una misión civilizadora que realizó aportes materiales y culturales tanto a América como al mundo occidental. Además, atribuye la violencia de la conquista a las limitaciones humanas de los conquistadores, destacando los valores de compromiso y sacrificio que, según él, guiaron su labor. Asimismo, reivindica el legado de las Leyes de Indias y la obra educativa como expresiones positivas de la misión de España en América, presentando la colonización como una “empresa magnífica” que dejó una influencia significativa en la cultura occidental y en la identidad latinoamericana.
Desde una perspectiva espiritualista, Perón contrasta la cultura hispánica, caracterizada por el sacrificio y el heroísmo, con la materialista de las potencias extranjeras. En este contexto, Perón reivindica la adscripción a la cultura latina a través de los vínculos con España, lo que revaloriza a este país como un referente identitario que conecta a América con la cultura occidental, latina e hispanoamericana. Su discurso enfatiza la importancia de revitalizar esta herencia cultural como base para la cohesión regional, identificando a los pueblos hispanoamericanos como parte de una “raza” o cultura común.
En su discurso, Perón presenta a España como la “madre patria”, origen de un legado que une a los pueblos de Hispanoamérica en una identidad y destino comunes. Según él, esta herencia cultural no solo crea un sentido de pertenencia entre las naciones hispanoamericanas, sino que también refuerza su unidad regional y autonomía cultural frente a la influencia de potencias extranjeras. Al revisar la Leyenda Negra, Perón busca fortalecer la identidad hispanoamericana, reafirmando la conexión histórica y el sentido de comunidad entre los pueblos de Hispanoamérica.
Este análisis contribuye a una comprensión del hispanoamericanismo en el pensamiento de Perón, evidenciando cómo su visión se inscribe en una continuidad de ideas que destacan la importancia del legado cultural español en la formación de una identidad hispanoamericana. Esta herencia cultural refuerza el sentido de comunidad y fortalece los lazos que unen a los pueblos de la región.
* Imagen de portada: Juan Domingo Perón. Fuente: radiografica.or.ar
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